Asociación Torrijos 1831.- El pasado día 11 de noviembre, en un acto realizado
por la Congregación de los Santos Patronos de Málaga, San Ciriaco y Santa
Paula, en la iglesia de Los Mártires; la citada Congregación ha impuesto la
Gran Medalla de la Congregación en la bandera de la reconstrucción “Regimiento
de Infantería de Málaga”, por la vinculación histórica de la citada unidad
española con los patronos malacitanos. Una comisión de la Asociación Torrijos
1831, creadora de la citada reconstrucción histórica, puesta en marcha en 2006;
estuvo en el acto con su presidente, que agradeció a la Congregación la
deferencia tenida, y comprometiéndose a que la Gran Medalla de la Congregación
irá siempre prendida en la moharra del mástil de la citada bandera. El
Regimiento de Infantería de Málaga se refundó en el año 1790, corriendo su
levantamiento a cargo del marqués del Vado del Maestre. Fue la unidad titular
de Málaga durante muchos años, siendo el heredero directo de su historial el
Regimiento de Infantería Melilla nº 52, que se mantuvo de guarnición en Málaga,
en el Campamento Benítez, hasta diciembre de 1985, fecha en la que fue relevado
por La Legión. Más datos para los lectores interesados por este tipo de
noticias, a continuación.
Vinculación histórica.
En la refundación de la unidad, el marqués del Vado de Maestre la puso bajo la advocación de los Patronos de Málaga. Esta circunstancia, más otras dos (igualmente de carácter histórico), como que los Patronos figuran en las banderas tradicionales del Regimiento Málaga, o que el día 5 de febrero de 1810, mientras el Regimiento se batía con bravura contra los franceses por las calles de la capital (Perchel y Trinidad, especialmente), los napoleónicos en su saqueo, se llevaron sus dos imágenes de plata de los Patronos, que databan de 1604; definen la relación histórica de los Patronos con este antiguo Cuerpo malagueño. Este año, uno de los momentos más emocionantes del desfile, fue cuando, en la Plaza de la Constitución, el Regimiento despidió a los patronos presentando armas.
La tradición religiosa de Ciriaco y Paula.
El cristianismo había empezado a extenderse en Málaga
cuando era provincia del imperio romano. En ella existía una floreciente
comunidad cristiana desde 289, que dirigía el obispo San Patricio, primero que
tuvo Málaga. El cristianismo se encontraba en una zona que abarcaba de este a
oeste, desde Motril a Cádiz, y desde el sur de Tánger hasta Córdoba, e
Ilíberis. Precisamente aquí, tuvo lugar el conocido Concilio de Elvira, en una
fecha incierta entre 300 y 324.
Ciriaco y Paula eran amigos de la infancia y pertenecían a la comunidad malacitana. Ella trabajaba como panadera en lo que hoy se conoce como la calle Santos. En el año
Ciriaco y Paula eran amigos de la infancia y pertenecían a la comunidad malacitana. Ella trabajaba como panadera en lo que hoy se conoce como la calle Santos. En el año
303, el emperador Diocleciano comenzó la décima
persecución que hubo contra los cristianos y que duró ocho años. Fue la más
dura y sangrienta de todas las que llevó a cabo el imperio. A ella hicieron
frente con valor los cristianos de Málaga, saliendo del casco urbano de la
ciudad y llevando a cabo sus reuniones en el monte Coronado, que les sirvió como
refugio.
A través de confidentes, el poder romano supo del lugar de las reuniones, prendiendo allí a Ciriaco y Paula, que fueron puestos ante el cruel juez Silvano. A pesar de las torturas a las que fueron sometidos, Silvano no logró que renunciaran de su fe. Ciriaco y Paula fueron condenados a morir lapidados. Desnudos, fueron atados a dos palmeras, que se encontraban en un espacio situado entre lo que, más tarde, fue el arroyo de loa Ángeles y el cauce del río Guadalmedina,
A través de confidentes, el poder romano supo del lugar de las reuniones, prendiendo allí a Ciriaco y Paula, que fueron puestos ante el cruel juez Silvano. A pesar de las torturas a las que fueron sometidos, Silvano no logró que renunciaran de su fe. Ciriaco y Paula fueron condenados a morir lapidados. Desnudos, fueron atados a dos palmeras, que se encontraban en un espacio situado entre lo que, más tarde, fue el arroyo de loa Ángeles y el cauce del río Guadalmedina,
mirando ambos hacia el monte Coronado, para que
contemplando su muerte a distancia, su
muerte sirviera de ejemplo a los que allí se
refugiaban.
Temiendo que sus inermes cuerpos se convirtieran en
reliquias veneradas, se dispuso una gran hoguera para quemar sus cadáveres,
pero una lluvia torrencial evitó ese propósito, lo que posibilitó que un amigo
rescatara sus cuerpos logrando sepultarlos en las inmediaciones del mencionado
arroyo. Nunca se puso dar con sus restos. Sin embargo, nuestro estimado amigo,
el arqueólogo malagueño Manolo Muñoz Gambero, descubrió en 1969 durante la
construcción de pisos sobre el solar de la huerta de Rodino, una necrópolis
romana. En ella llamaron la atención dos tumbas de un chico y una chica, que
presentaban signos de una muerte violenta, entre otras coincidencias.
Los primeros datos por escrito acerca de los Mártires, se remontan al año 858, cuando Usuardo, monje benedictino francés, incluyó la historia en su “Martirologio”. La memoria sobre Ciriaco y Paula se mantuvo entre la comunidad cristiana de la Málaga ya dominada por los musulmanes,
Los primeros datos por escrito acerca de los Mártires, se remontan al año 858, cuando Usuardo, monje benedictino francés, incluyó la historia en su “Martirologio”. La memoria sobre Ciriaco y Paula se mantuvo entre la comunidad cristiana de la Málaga ya dominada por los musulmanes,
pese al temor constante por las represalias.
Cuando los Reyes Católicos realizaron en el año 1487
la ofensiva sobre Málaga, fray Juan Carmona les pidió que prometieran, que si
la ciudad caía en su poder, levantaran una iglesia bajo la advocación de
Ciriaco y Paula. Tras ser tomada Málaga, los monarcas enviaron una carta al
Papa Inocencio VIII en relación con lo ocurrido, mandándoles el Pontífice que
levantara ese
templo que hoy es la iglesia de Los Mártires.