Reconstrucciones


RECREACIÓN “REGIMIENTO DE INFANTERÍA DE MÁLAGA”
PERTENECIENTE A LA ASOCIACIÓN HISTÓRICO CULTURAL TORRIJOS 1831.


  

Formación de la recreación del “Regimiento de Infantería de Málaga” en la Plaza de la Constitución de Málaga, el día de la célebre conmemoración del
Bicentenario del Primer Ayuntamiento Constitucional de la ciudad (2012).

En 2007 pusimos en marcha la reconstrucción del “Regimiento de Infantería de Málaga”, unidad titular de nuestra capital y provincia, integrada en su fundación, en una  gran parte, por malagueños, y con un denso historial de actuaciones en tres continentes: Europa, África y América.
   

Tambor de Regimiento de Infantería de Málaga, en 1808, según Salas

Como la íbamos a dotar de la uniformidad de los tiempos de la Guerra de la Independencia, recurrimos a las fuentes de la época y a los conocimientos editados del  conocido uniformólogo José María Bueno.


Soldado del Regimiento de Infantería de Málaga, con la uniformidad que le correspondió en 1805, según José María Bueno, pionero en nuestro país en la investigación de los uniformidades, y excelente dibujante, que ha publicado decenas de libros especializados sobre este tema.

 R.O. del 15 de abril de 1805, sobre la uniformidad del Regimiento Málaga  

Sombrero con pluma encarnada como correspondía a los regimientos de Línea, sobre escarapela roja con presilla dorada.
Casaca blanca, chaleco blanco, calzón blanco, cuello blanco y forro blanco.
Divisa en azul en solapa, vueltas y vivos.
Las carteras de los bolsillos transversales y con tres botones. Polainas en negro.



 La Real Orden sobre Uniformidades de 1805 era el que estaba vigente en 1808 al estallar la Guerra de la Independencia, aunque la dinámica de cada unidad en los años precedentes, la oportunidad o retraso de llegada de las nuevas uniformidades a los cuarteles y la decisión en los suministros en cuanto a la reposición, hizo que el cambio de uniformidad en todas unidades no fuera transversal, sino que, en frecuentes casos, las nuevas uniformidades se encontraran en los almacenes sin ser entregadas a los Cuerpos, pendientes por no encontrarse en mal estado de uso, todavía, el uniforme único decretado en 1802 o los de reformas anteriores.
 Aunque existen obras posteriores como la de Clonard o Jiménez, una de las más tratadas y fiable sobre las uniformidades de 1808, por estar publicada precisamente en 1807, es el llamado “Álbum de Ordovás”. Realizado entre 1806 y 1807 le dio tiempo a recoger las uniformidades decretadas para los regimientos en 1805.
 Pero con todo lo anteriormente expuesto, la pregunta inevitable surge: ¿Vestían los regimientos de Infantería de Línea española los uniformes decretados en el Reglamento de 1805, al estallar la Guerra de la Independencia en 1808 o, en su caso, cuando lo vistieron?
Al investigador Juan José Sañudo se debe el dar con la clave de esta cuestión, al conseguir dos documentos de importancia, fechado el primero el 29 de marzo de 1808 y, el segundo, el 29 de abril del mismo año, donde la Inspección de la Infantería de Línea señalaba el uniforme que llevaba cada unidad en meses muy próximos al estallido de la Guerra de la Independencia. Este trabajo fue publicado por la Luis Sorando Muzás en la revista “Soldats Napoleoniens” en diciembre de 2007. En las relaciones de la Inspección de la Infantería de Línea, aparecían unidades con el uniforme de 1805 (ejemplo Zamora), 1802 (ejemplo Voluntarios de Estado), o 1791 (ejemplo Málaga). Los estados de fuerza relativos a los meses de marzo y junio de 1808, en su pie, señalan que el Regimiento de Infantería de Línea Fijo de Málaga había devengado en febrero de 1802 el vestuario de la uniformidad emanada de la R.O. de aquel mismo año, pero que todavía no había recibido las nueva uniformidad relativa al uniforme único de la Infantería pese a estar esperándolas con urgencia. Según esto, el Regimiento de Infantería de Málaga, estaba vistiendo todavía el uniforme blanco con las divisas de 1791, el año de su creación.
 

Dos fusileros del I Batallón del Regimiento de Infantería de Málaga, con la uniformidad reglamentaria que le correspondió a la unidad 1805. El de la izquierda, aparece con el gorro de cuartel, de tela y forma cónica (de 50 a 75 cm.), cuyo extremo rematado por un borlón caía hacia un lado, doblándose; y el de la derecha, con el clásico gorro bicornio con plumero rojo, divisa de la Infantería de Línea española. Desde  1998, los malagueños tenemos la suerte de contemplar estas figuras de plomo que se encuentran en la exposición permanente del Centro de Interpretación del Castillo de Gibralfaro.

Por tanto, al estallar la guerra había unidades que todavía llevaban el uniforme único, como ya se ha citado en el caso de los Voluntarios de Estado, en concreto en su muy conocida participación en la defensa del Parque de Artillería de Monteleón el 2 de mayo de 1808; mientras que en esa fecha, sí consta que tenían ya las reglamentadas de 1805, los regimientos Príncipe, Saboya, África, Zamora, Soria, Córdoba, Guadalajara, Sevilla, Valencia, Toledo, Mallorca, Burgos, Murcia, Cantabria, Asturias, Navarra, América, Princesa, Jaén, Órdenes Militares y Borbón. El caso más excepcional, es decir, que tenían todavía el de 1791, se reduce a los regimientos de Málaga y Ceuta, a pesar de que ambas unidades habían reiterado su petición. Esto es de por sí, significativo. La coincidencia de que ambos cuerpos compartieran en esos momentos destino en las plazas norteafricanas, el Málaga en Melilla y en los peñones, y el Ceuta en aquella ciudad, lo que nos lleva a pensar, que  esa lejanía geográfica pudo tener que ver con ello. No se nos escapa el desgaste en textura y colores de estas uniformidades bajo el implacable sol africano, junto a la propia dureza de los destinos, especialmente guarneciendo los peñones, pues quedaban muy expuestos al salitre y a los vientos del mar. Por tanto, estas uniformidades debían de estar ya muy deterioradas con dieciocho años de uso, más el añadido de la participación en la Guerra de los Pirineos, Sitio de Tolón y la campaña de Portugal en 1801. Es decir, el aspecto debía de ser deplorable al ser su textura de algodón.
Saltemos ahora al verano de 1808. Las autoridades e instituciones malagueñas realizaron un gran esfuerzo en completar las unidades de Línea, organizar a los Urbanos y enviar mozos al Provincial de Málaga que, en aquellos momentos se encontraba dando guarnición a Ceuta. En los primeros días de junio de 1808, y por petición de las Juntas de Sevilla y Granada, el gobernador político-militar de Málaga, Teodoro Reding ya había concebido y designado en qué dirección partirían las unidades de guarnición de Málaga, así como los voluntarios. Eran momentos de completar, equipar y armar a las unidades. La recluta se estaba llevando a cabo a marchas forzadas, conociéndose que se estaban tomando providencias para el Regimiento de Infantería de Málaga, cuyo grueso bogaba ya desde Melilla para Málaga. Una de estas medidas apareció en el Diario de Málaga del viernes 10 de junio, relativa a que “El día 8 por la tarde se presentaron 97 voluntarios de la villa de Mijas, que se agregaron al Regimiento de Infantería de Málaga”. Dado lo que sucedería el día 11 de junio, se comprende que, a primeros de ese mes, la cabecera de este Regimiento en Málaga ya estuviese activada en la capital para completarlo. También lo demuestra que en a ese mismo mes, Churriana proporcionara un total de cuarenta y cinco voluntarios que fueron destinados directamente al Regimiento de Infantería de Málaga. Igualmente ocurrió con los inscritos en el listado de Marbella.
 

Con buen orden y marcialidad, el “Regimiento de Infantería de Málaga” desfila por las calles de Jaén en la conmemoración del Bicentenario de su Diputación.

A mitad de junio salieron de Málaga, camino de Sevilla, el Regimiento de la Reina, el Regimiento Montesa y unos seiscientos voluntarios malagueños, de los cuales un tercio eran presos indultados. Reding apoyó así a la Junta Suprema sevillana, tras el acuerdo firmado el 11 del mismo mes. Precisamente, en ese mismo día y por vía marítima, llegó al puerto de la ciudad el grueso del Regimiento de Infantería de Málaga, procedente de Melilla.
            Por el Estado de Fuerza redactado por la Inspección de la Infantería de Línea española, sí sabemos los efectivos del Málaga nº 29 cuando llegó a la capital: un total de 854 hombres. Sin embargo, se desconoce el verdadero estado y carencias con que se presentó la unidad al desembarcar, nos referimos a equipamiento, armamento y uniformes, aunque por lo anteriormente expuesto, debería de ser muy deplorable, con un serio contraste en presencia y medios, en cuanto a las otras unidades de Infantería de guarnición en la plaza, como La Reina o Reding nº 3, situación que los responsables del Málaga expondrían con detalle a Teodoro Reding para que se paliara con urgencia. El gobernador político-militar comprendió que para poner operativa a esa unidad y aumentar su fuerza en la inminente campaña que se avecinaba, se necesitaba tiempo y muchos medios. Además, debido a los desórdenes que habían ocurrido en la capital y otros puntos de la provincia, era conveniente dejar una unidad de Línea, fiable, en retaguardia, que en un momento determinado pudiera controlar la situación, o en un caso extremo, si el Ejército de Andalucía se viera superado por las fuerzas francesas que progresaban hacia el sur, defender la ciudad de Málaga. Ambas circunstancias privaron al Regimiento de participar, junto a otras tropas de la capital, en la victoriosa batalla de Bailén, librada el 19 de julio de aquel mismo año.
 

Compañía de fusileros del el I Batallón del Regimiento de Infantería de Málaga, con la uniformidad reglamentaria que le correspondió en 1805, con la divisa azul. Estas figuras se encuentran desde 1998 en exposición permanente del
Centro de Interpretación del Castillo de Gibralfaro.

Conocemos que el Regimiento de Infantería de Línea de Málaga estuvo en la capital desde el 11 de junio hasta el 12 de diciembre de 1808. En esa última fecha  abandonó su acuartelamiento para salir de campaña. Estamos hablando de seis meses en los que tanto Málaga como la cabecera de la Capitanía General del Antiguo Reino de Granada, estuvieron libres de los franceses, e incluso Madrid fue liberada como consecuencia de la victoria de Bailén, aunque terminara cayendo en manos del ejército napoleónico a primeros de diciembre de 1808. En aquel primer año de guerra, el avituallamiento del ejército español en el sur peninsular, aún funcionó gracias a que la administración del reinado de Carlos IV estuvo operativa e intacta, teniendo los regimientos material de repuesto y prendas en los depósitos. Por tanto, con la organización administrativa y las vías de comunicación para el transporte logístico disponibles, en aquellos meses pudieron  llegar a Málaga los uniformes devengados por el Regimiento desde hacía varios años, bien el único de 1802, o tal vez el vigente de  1805, que vestían ya una gran parte de los regimientos de Línea al estallar la guerra. Hay que tener en cuenta también, que Sevilla se había convertido en una gran base de confección de equipamiento en aquellos meses, y que la unidad, por todo lo tratado ya, necesitaba encarecidamente medios y uniformidades para entrar en campaña. También existían recursos locales para dotar de uniformes a un Regimiento, que no venía de los depósitos controlados por los intendentes. Bajo la dirección del maestro sastre encargado del vestuario de la unidad, diversos talleres de costureras se activaban en la localidad, seguido de un control por parte de la autoridad, que velaba porque ningún uniforme se perdiese, trabajando los talleres con celo y cuidado.
Por todo lo expuesto anteriormente, creemos que es razonable pensar, que  cuando el Regimiento de Infantería de Málaga salió de campaña a finales de 1808, no fuera uniformado con las obsoletas prendas de 1791 (ni siquiera confeccionadas nuevas con ese patrón), o que con ellas intervino en la defensa de Málaga en 1810, error que se agranda por desconocerse la dinámica castrense en cuanto a incidencia de la uniformidad de quien la viste dentro del marco de unas verdaderas fuerzas armadas, no teniendo en cuenta dos factores históricos importantes: primero, que en 1808 la guerra contra el francés se adivinaba corta y prevista para resolverse con un par de batallas decisivas (con Bailén se vivió esa euforia), y que una vez que se iba a equipar de forma completa al Regimiento Málaga, lo lógico sería hacerlo con la R.O. vigente y no por un reglamento carente de vigor  y disposiciones ya caducas. El segundo dato, que no es baladí, está en el valor moral que debió suponer para sus mandos y tropa, la paridad de verse equiparados, en cuanto a uniformidad, a sus unidades hermanas de guarnición.


Colección “Láminas del 5 de febrero de 1810”, realizada en 2000,  autoría del dibujante malagueño Esteban Alcántara. El cuadro recoge a un oficial y un soldado, del Regimiento de Infantería de Málaga, luchando junto a los percheleros el 5 de febrero de 1810, contra los franceses, en la Plaza de la Misericordia.

A diferencia de otras unidades de Infantería con presencia en Málaga en los años 1808 y 1809, el Regimiento de Infantería de Málaga sí estuvo en la defensa de la capital en la tarde del 5 de febrero de 1810. En la página 20 del Tomo de Actas Capitulares correspondiente al año 1810, que se encuentra en el Archivo Municipal de Málaga, se señala que, cuando fue depuesto en la plaza el Francisco de Corts (por órdenes de Abello), el Regimiento de Infantería Málaga tenía “alguna fuerza”. Está acreditado que esta fuerza  la constituían la Plana Mayor, con jefes y oficiales incluidos,  la compañía de Granaderos, la banda de música, y la compañía de servicios, que cubría la custodia y mantenimiento del cuartel del Regimiento Málaga. La aumentaron los mandos del I Batallón, cuya presencia también la tenemos acreditada, demostrándose que no todos marcharon al Campo de Gibraltar, sino que una parte importante de ellos (especialmente los capitanes que sobrevivieron de las batallas de Almonacid y Ocaña), vinieron a Málaga, donde tenían la cabecera de su unidad y a sus familias.
 
Los hombres del Regimiento de Infantería de Málaga, combatieron en los barrios de Trinidad y Perchel, unidos a vecinos y Urbanos. Los del sector de Trinidad con la caída de la noche se replegaron a su cuartel, mientras que los del Perchel, sin embargo, bien mandados, lograron escapar hacia el oeste, camino del Puente de Rey y Mijas. 
(Arriba, recreación histórica en el que los soldados del Regimiento de Infantería de Málaga se baten contra los franceses, ayudados por la población civil, como ocurrió el 5 de febrero de 1810, en los barrios de Trinidad y Perchel).
    

INTEGRANTES DE LA RECREACIÓN REGIMIENTO DE INFANTERÍA DE MÁLAGA

Desfile por las calles de Málaga de la recreación “Regimiento de Infantería de Málaga”.
Abajo, una de las abanderas del Regimiento de Málaga con la bandera municipal que el Ayuntamiento nos entregó en la Plaza de la Merced, en el año 2006.
 


Desde el año 2002, nuestros integrantes componen el colectivo más antiguo de recreaciones históricas, tanto en Málaga capital, como Alhaurín de la Torre y Mijas; siendo el segundo en toda la provincia, sólo detrás del conocido “Paso” de Riogordo, creado en 1952.
  
Fusilero del Regimiento Málaga
  
Tambor  del Málaga  

Esta recreación cuenta en la actualidad con veinticinco componentes uniformados. Si te quieres integrar y viajar, para recrear, con esta unidad que fue y es de malagueños, contacta con nosotros. Encontrarás un buen grupo de amigos.

OTRAS RECREACIONES RELATIVAS A LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
CREADAS Y LEVANTADAS POR LA ASOCIACIÓN TORRIJOS 1831

                RECREACIÓN REGIMIENTO DE INFANTERÍA DE LÍNEA SORIA Nº 8



Capitán y soldado del Regimiento de Infantería de Línea Soria nº 8

(Cortesía de la asociación Histórico Cultural Torrijos 1831)
 
Estando en Tarragona en 1809, el sargento mayor José María Torrijos y Uriarte fue destinado al Regimiento de Infantería de Línea Soria nº 8, unidad que, desde el año anterior, ya participaba en la campaña del Principado de Cataluña contra los franceses en plena Guerra de la Independencia. Torrijos tuvo tres hitos muy importantes con el Regimiento Soria nº 8: el primero, cuando el 13 de enero de 1810, abatidos muchos efectivos de su unidad por los dragones franceses que ocupaban las alturas en Collsuspina, salvó la bandera coronela del Regimiento entre el fuego graneado del enemigo. El segundo fue en la batalla de Vich, librada en 20 de febrero de aquel mismo año, en la que Torrijos con gran valor se apoderó con los del Soria de la batería central francesa. Este hecho motivó que el capitán general de Cataluña, Enrique O´Donnell, le concediera el grado de teniente coronel por su valiente actuación, así como la propia Cruz de San Fernando, cuando se instauró. El tercero se llevó a cabo el 3 de agosto de 1810, en su segunda salida de la sitiada Tortosa, donde tras combatir con arrojo a las tropas napoleónicas fue hecho prisionero.
Desde 2007 la Asociación Torrijos 1831 se ha preocupado por recuperar esa vinculación del joven Torrijos con el Regimiento Soria nº 8, recogida en diversas recreaciones históricas, artículos de prensa y en el DVD “José María Torrijos y la Guerra de la Independencia”, en la que José María Cruz da vida al joven Torrijos. En citado DVD aparecen las recreaciones de la acción de Collsuspina y el sitio de Tortosa.
Por todo lo explicado, la Asociación Torrijos 1831 puso en marcha la recreación “Regimiento de Infantería de Línea Soria nº 8”, confeccionándose y vistiendo los componentes del colectivo los uniformes que la histórica unidad llevó en 1809: cuello blanco, vueltas y portezuelas moradas, solapas moradas, vivo morado y botón blanco. 
 


Cartel que recoge la recreación de Torrijos y su Regimiento de Infantería Línea Soria nº 8  en los convoyes de socorro a la Gerona sitiada de 1809.
  
Al producirse su Bicentenario el 3 de agosto de 2010, nuestro colectivo recreó la captura del entonces teniente coronel José María Torrijos, en la segunda salida que realizó durante el sitio de Tortosa, al frente del Regimiento de Infantería de Línea Soria nº 8. El hecho tuvo lugar cerca de la orilla sur del Ebro.

QUINIENTO ANIVERSARIO DEL REGIMIENTO SORIA


Recreación “Regimiento de Infantería de Línea Soria nº 8” en el V Centenario
El cumplirse la conmemoración de los quinientos años de la creación del Regimiento Soria, la Asociación Torrijos 1831 le realizó un emotivo homenaje con su recreación “Regimiento de Infantería de Línea Soria nº 8”, el día 27 de marzo de 2009 en la barriada de Torrealquería (Alhaurín de la Torre).
HISTORIAL
            El historial del Regimiento de Infantería Soria se inició en el año 1509, fecha en la que el rey Fernando el Católico envió a Italia 5.000 hombres integrados en el llamado Tercio de Zamudio, para defender sus derechos sobre los estados de Nápoles y auxiliar al Papa en los ataques que sufría por parte de los franceses. Pocos años después, por su intervención al sur de Italia, la unidad fue denominada Tercio de Nápoles, nombre que mantuvo hasta 1590 en el que fue disuelto, para reaparecer posteriormente como Tercio Departamental de Bravante, recibiendo el sobrenombre de “El Sangriento”, por las bajas que hizo al enemigo, así como las propias que tuvo en la batalla de Rocroi  (1643).


Batalla de Rocroi según el gran pintor historicista Augusto Ferrer Dalmau

Fue en 1715 cuando ya utilizó oficialmente la denominación de la ciudad de Soria, en aquella época con el nº 3, siguiéndole el nº 8 en 1718. Al llegar la Guerra de la Independencia ostentaba dicho número, hasta que al rendirse Tortosa en 1811 cayó prisionero. Pero logrando escapar poco después la mayoría de sus efectivos, pudo reconstituirse con el nombre de Ausona  nº 8 en el mismo año, Ausona nº 9 (1815), Batallón de Infantería 21 y 22 (1823), Regimiento de Infantería Extremadura nº 8 (1824), Soria nº 8 (1828) y nº 9 (1834), Infantería nº 9 (1931), Granada nº 9 (1936), Infantería nº 6 (1939) y, finalmente, con diversas variaciones ha llegado hasta nuestros días como Regimiento de Infantería Ligera Soria nº 9, que conserva desde abril de 2006 con destino en Canarias. La denominación actual de la unidad es Regimiento de Infantería Ligera Soria nº 9, sobreviviendo a las diversas transformaciones de nuestro ejército y encontrándose en la actualidad de guarnición en los acuartelamientos Puerto Rosario (Fuerteventura), y Marqués de Herrera, en Arrecife (Lanzarote), desde donde puede presumir de ser el Regimiento de Infantería más antiguo de Europa. Por ello, desde el Ministerio de Defensa, la propia unidad, Fuerteventura y Lanzarote, su Soria natal y la ciudad Sevilla, que durante tanto tiempo la acogió en su penúltima etapa, celebraron esa conmemoración con el protocolo y rigor necesario, y con la expansión que merecía. El 4 de abril de 2009, en un acto presidido por la ministra de Defensa, Carme Chacón, Soria entregó la medalla de oro de la ciudad  al Regimiento Soria nº 9. En torno a esta efemérides su publicaron cosas curiosas, como las que citó el periódico “Heraldo Soria” citó en un artículo: ““Por un lado es probable que fuera el Soria nº 9 la tropa representada en el cuadro de “La rendición de Breda” de Velázquez, después de su participación en la guerra de Flandes. Asimismo se cuenta que el capitán Alatriste retratado por Pérez-Reverte en su novela y llevado posteriormente al cine, luchó en la batalla de Rocroi (mayo de 1643) con el regimiento Soria nº 9 (1). En esta contienda, el regimiento  intervino en los Viejos Tercios y a partir de aquella batalla adquirió el sobrenombre de “El Sangriento” o “Tercio de la sangre” por su valor en el combate.
(1) En las novelas, Diego Alatriste comparte batalla junto a los del Soria, pero luchó en Rocroi con el Tercio de Cartagena.



Homenaje de la ciudad de Soria al Regimiento Soria nº 9 en el V Centenario.

REGIMIENTO DE INFANTERÍA LIGERA TIRADORES DE DOYLE.


Nuestra reconstrucción del “Regimiento Tiradores de Doyle”

Los antecedentes históricos.

El joven teniente coronel de Infantería, José María Torrijos y Uriarte, llegó a Cádiz procedente de la campaña de Cataluña, a finales del año 1811. Allí se encontró con su madre a la que no veía desde 1808. Un tiempo en el que conoció a un amigo para siempre: el coronel Francisco Fernández Golfín, y en el que, además, su estrella militar comenzó a brillar por dos razones fundamentales: la primera, porque Enrique O´Donnell, bajo cuyas órdenes directas había combatido en el Principado, formó parte en ese tiempo de la Regencia instalada en Cádiz; y la segunda, porque aumento todavía más la predilección que por él sentía el general británico Sir Charles Doyle, que por entonces prestaba grandes servicios en Cádiz, respecto al encuadramiento de unidades españolas con equipamiento militar británico.
  En su tercera desorganización, los restos de los mandos y tropa del Regimiento de Infantería Ligera “Tiradores de Doyle” habían arribado vía marítima a Cádiz,  en febrero de 1812, muy desmoralizados. Fue entonces cuando el general Doyle decidió llevar a cabo la cuarta organización del Cuerpo bajo su supervisión personal, con el objetivo de poner al frente del mismo a su estimado teniente coronel José María Torrijos, al que tuvo ocasión de admirar, en 1810, en sus salidas en el sitio de Tortosa, y cuya figura destacaba ya en la Isla de León, tanto en el campo de instrucción como en las periódicas salidas que se hacían contra los franceses por el canal de Sancti Petri.
La obra de Alcántara describe así la escena: “En febrero de 1812, Doyle ya tenía diseñado en su pensamiento el futuro militar del joven teniente coronel. Un día de aquel invierno, el irlandés invitó en su despacho a Torrijos para exponerle sus ideas: “Voy a reorganizar de nuevo a mis Tiradores y usted va a ser su coronel”. Torrijos sabía de sobra la predilección que Doyle tenía por esa unidad, y cómo a pesar a las numerosas bajas que había sufrido en combate y otras terribles circunstancias que la habían llevado a varias extinciones, había luchado siempre por volver a reorganizarla. “Esta vez será diferente”, comentó Doyle, seguro que las previsiones que había tomado garantizarían el futuro de la unidad. Para aquella nueva reorganización se había previsto todo: selección de los integrantes de la tropa entre lo mejor del depósito de instrucción; armamento y uniformidad de procedencia británica, en buen estado, al igual como los correajes, cartuchería, mochilas, mantas y bolsas de costado, etc. Las cuadros de mando serían integrados por los oficiales y sargentos veteranos de la organización anterior que habían logrado llegar a Cádiz, completados por otros mandos del propio depósito y otros recién formados en Real Colegio Militar de la Isla de León.
Tal como figura en su Hoja de Servicios, José María de Torrijos ascendió al empleo de coronel, con 21 años, el 8 de mayo de 1812, con ocasión de la primera Revista que en su cuarta creación pasó su nueva unidad: el Regimiento de Infantería Ligera “Tiradores de Doyle”, cuyo mando superior como Jefe de Cuerpo le correspondería”.
Formación de la recreación histórica “Regimiento “Tiradores de Doyle”
            Al cumplirse el Bicentenario de la cuarta reorganización que tuvo el Regimiento de Infantería Ligera “Tiradores de Doyle”, sucedida oficialmente en Cádiz el 8 de mayo de 1812; la Asociación Torrijos 1831 promovió con su propio trabajo de sastrería y medios económicos, la recreación histórica de esta unidad tan vinculada y estimada por el general José María Torrijos durante la Guerra de la Independencia.
Como se ha citado anteriormente, los “Tiradores” fueron una obra personal del general británico Sir Charles Doyle, al servicio de la Regencia española, y contó con el abundante equipamiento y armamento británico que, entre 1811 y 1812, llegó a Cádiz. En los últimos años, no han sido pocas las personas que nos siguen de diferentes puntos de España, que nos han preguntado por la uniformidad de los “Doyle” en su cuarta y última reorganización. Amén de todos los datos que al respecto figurarán en la amplia obra titulada “José María Torrijos y la Guerra de la Independencia”, de nuestro compañero Esteban Alcántara, adelantamos algunos aspectos de la citada uniformidad, en el siguiente apartado.
En su última y cuarta reorganización, periodo en la que la unidad estuvo bajo el mando directo del coronel Torrijos, los “Tiradores” vistieron el uniforme de Infantería regulado previamente el 9 de septiembre de 1811, que tuvo su refrendo al aprobarse en la Real Orden del 12 de diciembre del mismo año, una época en la que la mayoría de las prendas militares que llegaban a Cádiz procedían de los almacenes británicos, por acuerdos previos. Tras la dura experiencia de cuatro años consecutivos de guerra, esta nueva uniformidad para las tropas españolas se decantaba por la practicidad demostrada para el combate de los uniformes ingleses, apartándose de la influencia francesa, tan patente sobre el ejército borbónico en los años previos a la guerra. Desaparecían los pantalones blancos, sucios y multiplicadores de los efectos de las heridas ante las vistas; también, las tradicionales polainas altas. A cambio, se implantó el pantalón ancho de paño azul que cubría el medio y el efectivo botín inglés. Las casacas pasaron a ser cortas, sin solapa y abotonadas por delante (1). Con excepción de los mandos, el bicornio se sustituyó por un gorro de cono truncado con el círculo mayor en la parte inferior. En cuanto a ellos, la Real Orden preveía para los regimientos de Infantería Ligera, las siguientes diferencias respecto a los de Línea: en su frontal y de latón, la clásica trompeta de doble de salida de los Cazadores, que todavía prima en nuestras unidades de Montaña, mientras que las cintas y pompón serían del verde tradicional. En cuanto a los flecos de las dragonas, estos serían igualmente verdes.
(1) La tonalidad del color azul de las casacas de la reforma de 1811, varía en fuentes que van desde Clonard hasta el “Álbum de la Infantería”, por lo que al parecer no se generalizó la uniformidad. El Estado Militar de 1814, de 160 regimientos de línea, ligeros y de milicia, 118 aparecen con casacas azules, o azul turquí. 

Los Tiradores de Doyle en la batalla de Vitoria



En los días del Bicentenario de la batalla de Vitoria, nos trasladamos al amplio escenario que presenció los diversos combates de lo que, genéricamente, se conoce hoy como la batalla de Vitoria. Nuestro principal objetivo fue cubrir el eje de progresión que siguieron los Tiradores de Doyle, luchando contra los franceses.
          


Hace doscientos años, el joven coronel José María Torrijos y Uriarte participó al mando de la 2ª Brigada de la División Morillo en la conocida batalla de Vitoria, acaecida el 21 de junio de 1813. Con la llegada de su Bicentenario nos desplazamos a Vitoria, realizando un amplio estudio sobre el terreno del extenso escenario donde se fraguó la batalla, difícil de transitar hoy por algunos tramos ocupados por las autovías y los grandes polígonos comerciales. No obstante, la progresión de la Brigada Torrijos en la mañana y tarde de aquel 21 de junio por las elevaciones de los conocidos como Montes de Vitoria (al fondo de la foto superior), se pudo hacer perfectamente a nivel de senderismo, haciéndonos una idea de las grandes dificultades que, sobre ese agreste terreno, que tuvieron que superar Torrijos y los Tiradores de Doyle, en aquel día.
                Dentro del preámbulo de la batalla de Vitoria, en la madrugada del 21 de junio de 1813 el ala derecha aliada mandada por el general Rowland Hill ya se había puesto en marcha llevando en vanguardia a la División española de Morillo, mientras que, por delante de ésta, el joven coronel José María de Torrijos formaba la punta de la lanza con su brigada. A las nueve de la mañana, Torrijos atacó el viejo puente medieval de la Puebla de Arganzón (ver las dos fotos inferiores), desalojando al escuadrón de caballería establecido allí en la tarde anterior por órdenes de Pierre Soult. Tras hacerse Torrijos con la posición, las tropas aliadas se dirigieron al desfiladero de la Conchas, previo paso para alcanzar la Llanada de Vitoria. 
  


La primera unidad del ejército aliado que pasó el puente romano de La Puebla de Arganzón, fue la Brigada Torrijos, con los Tiradores de Doyle a vanguardia. Depositamos junto al puente unas flores en recuerdo de aquella gesta.
A medida que Torrijos y su 2ª Brigada treparon por los Montes de Vitoria, los franceses opusieron más resistencia en el abrupto terreno, dificultad que aumentó cuando las unidades napoleónicas situadas en aquellas alturas recibieron los refuerzos enviados por el general Villatte. Contra esto reaccionó el general Hill tomando la aldea de Subijana, clave para que los franceses temieran el envolvimiento y comenzaran a retroceder lentamente. Lo que sucedió después, fueron continuos y parciales combates por las alturas, con británicos y españoles empujando a los franceses hacia el este; mientras en el llano se producía el mayor duelo de artillería de toda la Guerra de la Independencia. Paralelamente, se sucedieron los asaltos a los puentes del norte custodiados por los franceses, atacados por la caballería e infantería británica. 

 
Fotos superiores: Aríñez donde se ubicó el estado mayor francés con el rey José y el general Jourdan. Las alturas de los Montes de Álava por donde progresó la 2ª Brigada de Torrijos, con los Tiradores de Doyle. Población de Subvijana de Álava a pie de la ladera norte de los Montes Álava. Finalmente, Júndiz, altura de donde batieron los cañones franceses gran parte de aquella mañana.

El cuadro de Beadle
Uno de los lugares más atractivo fue visitar Gamarra Mayor, por cómo el pintor Beadle recogió la epopeya del asalto de la Brigada Robinson a la entonces aldea, defendida con ardor por los franceses. Un vecino, orgulloso de vivir allí, nos enseñó su copia del cuadro de Beadle, preguntándonos si éramos británicos, pues no son pocos los visitantes procedentes del Reino Unido que vienen a este lugar.
  
 
 

La Brigada Robinson fue recibida por el nutrido fuego de las tropas de Gauthier bien atrincheradas las casas de Gamarra Mayor. Los franceses lograron hacer un fortín cerrado del caserío para proteger el viejo puente.


Con el historiador especializado en la batalla de Vitoria.
 Desde esta página nuestro mayor agradecimiento al gran historiador alavés Emilio Larreina, autor del texto del libro “La batalla de Vitoria 1813” (Editorial Almena), por sus consejos, datos y atenciones, cuando estuvimos con él en Vitoria.



 

 

Uno de los lugares más emblemáticos en nuestra visita a Vitoria fue contemplar de cerca el impresionante grupo escultórico que conforma el monumento a la histórica batalla, situado en la Plaza de la Virgen Blanca de la capital alavesa. La obra, del escultor madrileño Gabriel Borrás, muestra a algunos protagonistas y secuencias de lo sucedido hace doscientos años en aquel lejano 21 de junio de 1813. 
   
59º REGIMIENTO DE INFANTERÍA FRANCÉS

  

En cada representación histórica que realizamos, participan como fuerza francesa oponente, a nuestras unidades españolas y al paisanaje, nuestros esforzados compañeros del “59º Regimiento de Infantería francés” (los de las divisas rojas); habiendo iniciado ya la construcción del “32º Regimiento de Infantería francés”, unidad que perteneció a la Brigada del general Rey, de la 1ª División de Infantería; y que operó en la provincia de Málaga durante la Guerra de la Independencia, fabricándose su vestuario y equipamiento con nuestros medios.
 

21º REGIMIENTO DE DRAGONES FRANCESES
Con la Concejalía de Turismo del Ayuntamiento de Riogordo, sacamos adelante el proyecto de constituir en nuestra provincia la recreación histórica del “21º Regimiento de Dragones franceses”, que tanta actividad operativa y de combate mostró durante los dos años y medios que estuvieron en la provincia de Málaga.

  Dentro de la llamada “caballería media”, los franceses levantaron un total de    31 regimientos de Dragones, incluyendo al cuerpo de élite denominado Dragones de la Emperatriz. Los uniformes de los dragones eran verdes, variando sus diferentes divisas a los colores, rojo, crema, rosa, amarillo y naranja. La divisa del nº 21 era amarilla.
            El casco de los dragones era del estilo neo-griego Minerva. El cuerpo de cobre se inclinaba hacia atrás, mientras el soporte del penacho se inclinaba hacia delante. Las crines negras de los caballos que adornaban al casco iban sobre el soporte de la cresta del casco. Al principio, las crines llegaban hasta el final de la parte trasera del casco, pero más adelante fueron bajando.  El barbuquejo era metálico, con escamas. Junto al izquierdo, estaba el soporte de un gran plumero, que mostraba en su parte de abajo, plumas verdes, color distintivo de la uniformidad de los dragones, y en la parte superior, las plumas del color de la divisa, que en caso de los del nº 21, eran amarillas. La visera era de cuero, y el casco estaba parcialmente cubierto por una piel marrón, con la excepción de los Dragones de la Emperatriz, que imitaba a piel de leopardo. Las botas de los Dragones eran negras de cuero semiblando, del tipo de caña alta con rodilleras.
            En cuanto al armamento, el sable de los Dragones tenía una hoja Montmorency, ligeramente curva. La vaina era de cuero negro. Su largueza era de 1´15 metros. El mosquete de los Dragones era el modelo de 1777, con dos modificaciones posteriores. Del modelo de esta arma se fabricaron 450.000, siendo sus características, 141.7 cm. de longitud, su peso 4,275 kg. y el calibre, 17´5 mm. También se dotó a los Dragones de una pistola que sustituyó a la anticuada de 1766. Las características de esta nueva arma, fueron: longitud, 33 cm; peso, 1´3 kg; y calibre, 17, 1 mm. 
            Por su movilidad, potencia de fuego y forma de cargar con sable, los Dragones se convirtieron en fuerzas idóneas para prestar servicios de vanguardia, retaguardia y flanqueos, a las columnas en marcha. También, en los peores enemigos para las partidas guerrilleras en la provincia de Málaga.
 


La Asociación Torrijos 1831 presenta su nueva reconstrucción histórica: “Los polacos del 4º Regimiento”.
Intentando aportar más sobre la Guerra de la Independencia en Málaga, la Asociación Torrijos 1831 ha reconstruido para sus recreaciones una de las unidades que más destacó en nuestra provincia durante la ocupación del ejército napoleónico, dándole el nombre de “Los polacos del 4º Regimiento”. El histórico 4º Regimiento de Infantería se distinguió en diversas fases de la Guerra Peninsular. En el caso de Málaga, formó parte del ataque a la ciudad, en la tarde-noche del 5 de febrero de 1810. Los polacos entraron a formar parte de la historia (y la leyenda), a partir de la defensa a ultranza del castillo de Sohail (Fuengirola), en octubre de 1810. Por entonces, esa fortaleza dependía de los apoyos de Mijas. Dado que llevamos recreando siete años en esta localidad, los hechos de la Guerra de la Independencia, era necesario formar esta recreación (integrada en este caso por malagueños), para una mejor comprensión de los espectadores respecto a los hechos, ya que en Mijas estuvo de guarnición, constando en su Archivo Histórico como comandante de la guarnición de la villa, Antonio Chlemiskiz, del 4º Regimiento de Infantería Polaca. Más datos, a continuación.


Presentación en la sede de la Asociación Torrijos 1831.

En un acto sólo para los socios de Torrijos 1831, que con sus medios han aportado la confección de la unidad, fue presentada la recreación “Los polacos del 4º Regimiento”. La cronología histórica, la formación de la unidad y su participación en la Guerra de la Independencia, corrió a cargo de nuestro compañero Esteban Alcántara que, entre otras cosas, destacó las diferencias de los polacos con los franceses, en cuanto al comportamiento con los habitantes de nuestra provincia, rechazando los polacos, los métodos, conductas y abusos, que practicaban sus compañeros de armas. Alcántara señaló: “En España, la Infantería polaca estuvo presente en diversas batallas como, Almaraz, Talavera, Almonacid u Ocaña, y en cuanto a sus escuadrones a caballo, en sus modalidades de sables (primero) o lanceros (después), estos brillaron especialmente por su valor, en Somosierra y La Albuera”.
Luego tomó la palabra, Flori Sastre, vocal del colectivo, que con mucho mérito ha realizado los uniformes y gorros de los polacos del 4º Regimiento. Flori destacó, entre otras cosas, las complicaciones en la confección que tuvo que superar para hacer la prenda de cabeza: el conocido czapcka polaco (chasca en español), que después se pondría de moda entre otros cuerpos de lanceros europeos. Los aplausos de sus compañeros reconocieron sus merecimientos como patronista, pues ha sido la primera persona en nuestra provincia que ha abordado una prenda de no fácil ejecución, aunque su experiencia con las prendas de las unidades que intervinieron en Málaga, entre 1808 y 1812, tanto españolas como francesas, es extensa, prolífica y excelente, desde el año 2006.

Preparación de la siguiente reconstrucción: “Los lanceros polacos. Málaga 1810”.

Anunciamos a nuestros seguidores de noticias, que ya tenemos en marcha la reconstrucción de otra unidad: “Los lanceros polacos. Málaga 1810”. Expertos jinetes de nuestra provincia se sumarán a ella, adquiriendo formación de adiestramiento con la temible lanza polaca, arma que los jinetes del Vístula manejaban a la perfección, tanto a vanguardia como retaguardia de sus monturas. Sobre los lanceros polacos y su forma de batallar, recomendamos el libro “Málaga frente a la Guerra de la Independencia: 1808-1812”, editado por la Diputación de Málaga y pionero en el revival de la Guerra de la Independencia en Málaga, que forma ya parte de las bibliotecas de muchos malagueños aficionados a este periodo de nuestra historia, y que dado su éxito, ya se trabaja en su tercera edición, ampliada.








NUESTRO  FANTÁSTICO  GRUPO  DE MUJERES DE  PAISANAJE.