Historial del Regimiento de Málaga


Recreación del “Regimiento de Infantería de Málaga” (Asociación Torrijos 1831).

            Estimado lector, sin excesivas pretensiones, intentamos a través de estas páginas que te introduzcas en el distinguido Historial del Regimiento de Infantería de Málaga, unidad titular de nuestra capital y provincia durante muchos años, que portó en su bandera, durante su existencia, el escudo de armas otorgado por los Reyes Católicos.
Por las características de este medio, resulta imposible exponer aquí, en toda su amplitud, un Historial tan rico en vicisitudes y actuaciones, en España, Francia, África y América, que duraron casi tres siglos, con la salvedad de algunos periodos en los que la unidad desapareció. Esa exigencia y extensión la superará la densa obra de investigación y recopilación  que actuales integrantes de la recreación histórica “Regimiento de Infantería de Málaga”, estamos llevando a cabo, con el loable fin de que sea publicada en formato de libro.
Sirvan, no obstante, los siguientes apartados, para acercarse y comprender las vicisitudes de esta unidad que integraron tantos malagueños, que fue una unidad de Málaga y para Málaga, y que hoy forma parte de nuestra propia Historia.  

Jesús Rivera Ruiz
 
UN REGIMIENTO NACIDO CON LA LLEGADA DE UNA NUEVA DINASTÍA

La entrada del siglo XVIII supuso para España el cambio de la dinastía Austria por la de los Borbones, y con ello, grandes reformas que incidieron directamente en la administración y en las fuerzas armadas, en este último caso, con profundas reorganizaciones que marcaron el devenir de la creación de nuevas unidades, así como la orgánica de las mismas.
La unidad más relevante de reinado de Felipe V fue el Regimiento, destinado a sustituir a los Tercios de Infantería y a los Trozos de Caballería. A diferencia de estos últimos, cuyos nombres estaban ligados a los nombres de sus coroneles y los maestres de campo, los regimientos van a llevar los nombres de los antiguos reinos de España, o bien, los de las ciudades y villas, del estado borbónico.
Como sucedería con Cádiz o Gibraltar, Málaga se sintió amenazada en la  Guerra de Sucesión, por el peligro que pudiera devenir por su costa, dada la presencia en las aguas del Mediterráneo de una poderosa escuadra anglo-holandesa al servicio del pretendiente, el archiduque Carlos de Austria. Fue por ello, por lo que se decidió levantar en la ciudad una unidad de infantería con capacidad de repeler un desembarco enemigo. 

DE SUS ORÍGENES HASTA SU PRIMERA DISOLUCIÓN. DENOMINACIONES.

            Con la base de una compañía orgánica del Tercio Provincial de Murcia, creado el 20 de enero de 1694, y soldados de las antiguas milicias de Málaga; se formó el 13 de agosto de 1701, en nuestra capital, el llamado Tercio de Milicias de Málaga, unidad con 15 compañías de mosqueteros y arcabuceros, con 1.000 plazas, que quedó de guarnición en Málaga. Su primer jefe fue el maestre de campo Juan de Molina.
            En 1703, el equipamiento y armamento del Tercio fue mejorado, desestimándose la pica y el coselete, siendo sustituidos los viejos mosquetes y arcabuces por fusiles con bayoneta.
            Con arreglo a lo contemplado por la Real Ordenanza del 28 de septiembre de 1704, la unidad dejó de ser Tercio de Milicias para convertirse, el 15 de diciembre de aquel mismo año, en Regimiento, aunque no fue efectivo hasta el Real Decreto de 28 de febrero de 1707 (Ordenanza que reguló los nombres de los regimientos), con denominación de Regimiento de Málaga nº 25, cuyo primer coronel sería, igualmente, Juan de Molina, el teniente coronel, Andrés Caballero, y el sargento mayor, Manuel Fernández de la Casa. La unidad marchó a Ceuta en destino de guarnición.
            A diferencia del Tercio, que estuvo constituido por casi 3.000 hombres, el Regimiento nacía, en principio, con un solo batallón compuesto de 12 compañías que deberían de sumar unos 600 hombres.
Sin embargo, la propia dinámica de la Guerra de Sucesión en nuestro país, obligó en varios casos a dotar a los regimientos de un II Batallón, como sucedió con el Málaga, que constituyó su II Batallón el 1 de mayo de 1710, siendo su primer destino, guarnecer Melilla y los Presidios Menores de la costa norte de África. Allí estuvo entre 1710 y 1712, marchando en este último año para Valencia.
            En 1714, se dieron las circunstancias oportunas para que el I y II Batallón pasaran de guarnición a Ceuta, cambiando el Regimiento su número por el 31. Un año después se volvió a reorganizar en el Puerto de Santa María (Cádiz), pasando sus batallones a 13 compañías y recibiendo la denominación de Regimiento de Málaga nº 32, conociéndose que en 1817 su uniformidad era blanca y la divisa encarnada.
Hasta 1718 permaneció el Regimiento de Málaga en el Puerto de Santa María, año en el que España y Francia se declararon la guerra, pasando el Málaga a Cataluña, donde defendió la plaza de Rosas (Gerona) en 1719.
Acabada la guerra en 1720, el Regimiento de Málaga quedó de guarnición en Rosas hasta que fue extinguido por la reforma del Ejército llevada a cabo en 1721.

1790. PROPUESTA Y LEVANTAMIENTO
DEL REGIMIENTO DE INFANTERÍA DE LÍNEA FIJO DE MÁLAGA

Trascripción literal del documento que obra en la página 707 del Tomo 180 (1790), de las Actas Capitulares del Ayuntamiento de Málaga, que recoge la propuesta del marqués del Vado del Maestre a S.M. El Rey, Carlos IV, para levantar a sus expensas el Regimiento de Infantería de Línea Fijo de Málaga; y los primeros artículos.

“El Marqués del Bado del Maestre AL. R.P. de V.M. con el debido respeto, y en consecuencia del Memorial que por mano del Ministro de la Guerra tuvo la honra de presentar a V.M. para que le permitiese, atento a las razones que expuso, hacer el servicio de levantar a sus propias expensas y cuidado un Regimiento de Infantería Fijo de Málaga, con objeto de proteger los tres Presidios menores, Escoltas de sus Barcos y demás servicio de ellos; propone a V.M. para llevar esta idea puntual y debido afecto los artículos siguientes:
1º Constará este Regimiento del mismo número de Compañías, clases y fuerza que los demás de infantería, conforme lo detalla la Ordenanza general del Exército.

2º Deseando el Marqués acreditar su amor al Real servicio, y no llevando otro interés que el de que su hijo Don Diego de Córdoba, Alférez de Reales Guardias Españoles, sea Coronel del Regimiento que propone levantar, espera piedad de V.M. que se dignará a conferirle este Empleo.

3º El Vestuario será de paño de las Fábricas de España, de tan buena o mejor calidad que el que se da a los demás Regimientos de Infantería. Los colores y divisas se servirá V.M. determinarlos, y entonces presentará el Proponente en la Secretaría de Guerra un vestido completo con la fornitura correspondiente, para que aprobando que sea, sirva de modelo a todo el vestuario.

4º De los Reales Almacenes se le entregarán Fusiles, Bayonetas, Espadas y Sables que necesite, de igual calidad a los que usan los demás Regimientos de Infantería, y el Exponente lo pagará a los mismos precios que se cargan a estos Cuerpos.
5.- Para pie de este Regimiento se darán diez y ocho Sargentos Segundos para Primeros; treinta y cuatro Cabos Primeros para Sargentos Segundos; diez y ocho Cabos Segundos para Primeros; nueve tambores y sesenta y cuatro Soldados. Esta gente se le entregará luego que la pida; y como a más del ascenso que algunos lograrán, han de servir todos de ejemplar modelo, se darán las órdenes más estrechas para que sean de la mayor confianza, honradez y conducta, sin nota alguna en sus filiaciones. Por cada Sargento y Cabo primero pagará el Proponente trescientos reales de vellón a los Regimientos de donde se saquen; y por los demás satisfará la cantidad que conste recibieron a su entrada, según resultado de sus filiaciones; y asimismo dos reales de vellón por cada mes que le falte a cumplir el tiempo de su empeño, devolviendo también su Vestuario y Armamento.” 
 
UNIFORMIDAD EN LA ÉPOCA DE SU CREACIÓN  


Granadero del Regimiento de Infantería de Línea Fijo de Málaga, expuesto en el Centro de Interpretación del castillo de Gibralfaro, desde el año 1998.

Reales Órdenes aplicadas al Regimiento de Infantería de Línea Fijo de Málaga en cuanto a uniformidades, en el tiempo de su creación: 
           
R.O. de 22 de junio de 1791

Sombrero negro con galón blanco.
La uniformidad introducía nuevamente solapas en las casacas, siendo blanca, chaleco blanco y calzón blanco.
Divisa amarilla en collarín, solapa, vueltas y vivos.
Botón plateado.
Los botines de paño negro, más cortos que los anteriores, con rodilleras sobrepuestas, y quedando los botines de lienzo blanco para las paradas de gala.

Sin embargo, basándose en el Estado Militar de 1795, José María Bueno en su obra “Soldados de España” editado en Málaga en 1978, cita la siguiente uniformidad para el Regimiento de Infantería de Línea Fijo de Málaga:
Casaca, chaleco y pantalones blancos.
Solapa y vueltas anteadas.
Cuello y vivos encarnados.

CUADROS DE MANDOS Y PLANTILLA

El Regimiento de Infantería de Línea Fijo de Málaga, al igual que el resto de los españoles de Línea, se adaptó en su organización de plantilla a lo decretado el 2 de septiembre de 1792. De acuerdo con lo dispuesto el 21 de junio de 1791, todos los regimientos de Línea debían de tener tres batallones, con cuatro compañías de fusileros y una de granaderos, si bien el III Batallón tenía sólo cuatro compañías de fusileros.
En 1796  las plantillas para las compañías de estos batallones, era la siguiente:

Compañía de granaderos:
1 capitán
1 teniente 1º graduado de capitán
1 teniente 2º
1 subteniente
1 sargento 1º
2 sargentos 2º
2 tambores
5 cabos 1º
5 cabos 2º
86 granaderos
Total: 101

Compañía de fusileros:
1 capitán
1 teniente 1º graduado de capitán
1 teniente 2º
1 subteniente
1 sargento 1º
4 sargentos 2º
3 tambores
5 cabos 1º
8 cabos 2º
136 soldados
Total: 160

Compañía de fusileros (4) del III Batallón
1 capitán
1 teniente 1º graduado de capitán
1 teniente 2º
1 subteniente
1 sargento 1º
3 sargentos 2º
2 tambores
5 cabos 1º
5 cabos 2º
84 soldados
Total: 100

La Plana Mayor

I Batallón
1 coronel
1 sargento mayor
1 ayudante mayor graduado de capitán
1 capellán
1 cirujano
1 maestro armero
1 cabo de gastadores
6 gastadores
1 tambor mayor
1 pífano 1º
1 pífano 2º

II Batallón
1 teniente coronel
1 sargento mayor
1 ayudante graduado de capitán
1 capellán
1 cirujano
1 maestro armero
1 pífano 1º
1 pífano 2º

III Batallón
1 comandante
1 ayudante graduado de capitán
1 capellán
1 cirujano
1 maestro armero
1 pífano 1º
1 pífano 2º

GUERRA DE LA CONVENCIÓN. 1793-1795.

El cariz que estaban tomando los acontecimientos derivados de la Revolución francesa en 1792, motivó que por primera vez desde el reinado de Carlos IV, el gobierno se preocupara de reforzar los Regimientos de Infantería de Línea y las tropas ligeras. El 7 de marzo de 1793, la Convención francesa declaró la guerra a España. Su consecuencia fue la alianza de nuestro país con la Gran Bretaña.
            El I Batallón del Regimiento de Infantería de Línea Fijo de Málaga combatió durante 1793 en Tolón. Cuando se ordenó el reembarco, marchó para Cataluña. Ese mismo año, su II Batallón actuó en la otra parte del escenario bélico: el Rosellón.  En 1794, unidos ya los dos batallones, participaron en los duros combates del Champ de la Trompette y el castillo Montesquieu-des-Albères. Más tarde, el Málaga sostuvo la línea de Figueras y atacó la ermita de Roure en poder del enemigo. El 3 de agosto combatió en Terradas, asaltando a la bayoneta las baterías francesas. El 20 de agosto hizo un fuerte quebranto a los franceses en el enconado combate de San Lorenzo de la Muga. Finalmente, con motivo de la orden de retirada en 20 de noviembre, el Regimiento fue destinado a la defensa de Rosas. En 1795, realizó su última acción de armas en aquella contienda bajo las órdenes del coronel Juan Bautista de Urrela.
CUSTODIA DE LOS PRESIDIOS MENORES
   

Arriba, la isla de Alhucemas; abajo, el Peñón de Vélez de la Gomera. En ambas fortalezas africanas prestó servicio de guarniciónel Regimiento de Infantería de Málaga.

 
EL INICIO DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN MÁLAGA

            Para una primera descripción de lo que supusieron en Málaga los primeras noticias del estallido de la guerra contra los franceses y las circunstancias de la propia capital y su provincia, nos atenemos a lo recogido en el libro “Málaga frente a la Guerra de la Independencia: 1808-1812”, autoría de nuestro compañero Esteban Alcántara Alcaide y publicado en 1996 por la Editorial “Algazara” y en 2008 por la Diputación de Málaga.

            “El 18 de mayo de 1808 llegó a Málaga la noticia oficial de los hechos ocurridos el día 2 del mismo mes en Madrid. Aquel bando, frío, escueto y amañado, con tendencia clara a mantener la buena armonía con los “aliados” franceses, calificaba de “alboroto” los acontecimientos de la Villa de la Corte, minimizando el levantamiento del pueblo contra el ejército de Napoleón, con el objetivo de que no tuviera mayores repercusiones en las provincias. Sin embargo la situación iba a cambiar radicalmente. Al anochecer de aquel caluroso 30 de mayo, un veloz jinete en misión de expreso cruzaba los campos próximos a la ciudad.
            En Málaga muchos vecinos dormían ya, con la tranquilidad que imperaba a causa de la ignorancia. Las autoridades de la capital, dependientes de la jurisdicción de lo que hasta entonces se había conocido como el Antiguo Reino de Granada, habían cumplimentado hasta el momento, la actitud oficial, como el edicto del Capitán General de la Costa, en el que se mandaba observar la mejor armonía con los individuos del Imperio francés, y que se vigilara con el mayor celo a los alborotadores que quisieran imitar acciones de los hechos ocurridos hacía poco en Madrid.   
            Pese a todo, a los máximos responsables locales no se les escapaba la gravedad cambiante de la situación, como la noticia del 15 de mayo sobre la renuncia de Fernando VII a la Corona, a favor de su padre, o la que llegó diez días después, de la abdicación de Carlos IV a favor de Napoleón… Por entonces el Cabildo ya había designado a requerimiento de Murat, Gran Duque de Berg, a una persona de la Clase de los Caballeros para que se trasladara a Bayona y representara a Málaga y su provincia en la Diputación General que iba a tener lugar en suelo francés. El cargo recayó en el conde de Puerto Hermoso que, encantado, aceptó su misión, iniciando un largo viaje…
           El mensaje que portaba el expreso para el gobernador político-militar de Málaga lo remitía la Junta Suprema constituida en Sevilla, que había mandado bandos al resto de las ciudades andaluzas, exhortando a levantarse contra los franceses por el secuestro del legítimo soberano Fernando VII.
            Era Gobernador Político-Militar de Málaga el suizo Teodoro Reding, que ostentaba el cargo de mariscal del campo. Llevaba al servicio de España desde 1771, ascendiendo a los diferentes empleos militares gracias a su valor personal y capacidad, combatiendo contra los ingleses en la isla de Menorca y enfrentándose a los revolucionarios franceses en la Guerra de los Pirineos. Este hombre, nacido en el cantón de Schwyz de la antigua Helvecia, de cabellos pelirrojos y carácter viril, era un declarado enemigo de Napoleón. Para evitar tensiones, Reding dispuso reunir al Cabildo en su domicilio particular de calle Santa María, a las ocho de la mañana del día 31 de mayo.
            La adhesión de todos los regidores al levantamiento contra los franceses fue unánime en la casa de Reding. Por ello, el mariscal decidió llevar a cabo la reunión oficial el 1 de junio con las principales autoridades y corporaciones, obteniendo el mismo resultado. Allí estuvieron Justo Martínez Baños, alcalde mayor, los condes de Mollina y Guadiana, el regidor Polanco…
            De esta manera, Málaga se unió a las demás ciudades andaluzas en contra las intenciones de Napoleón sobre España. Reding dio cuenta de esta decisión a la Junta Suprema de Sevilla y al capitán general Ventura Escalante en Granada, de quien dependía jerárquicamente. Además, adoptó medidas para evitar represalias contra los ciudadanos franceses en Málaga, especialmente con el vicecónsul francés D´Agaund y Juan Croharé, que fueron recluidos en el castillo de Gibralfaro.
            La guarnición de Málaga estaba constituida a principios de junio de 1808 por los regimientos de Infantería de la Reina, con 1.550 hombres y el de Reding nº 3, con 1.809 suizos. Tenía Parque de Artillería, sostenido por una Batería del Fijo de Artillería de Málaga con un total de 133 artilleros, y al Regimiento de Caballería Montesa nº 5 con cinco escuadrones (unas fuentes citan 667 jinetes y otras 259). En cuanto a la provincia, el 7 de junio se creó el Regimiento de Infantería de Línea Voluntarios de Vélez-Málaga con dos batallones formados por 2.400 hombres y se completó el Provincial de Antequera con 342 voluntarios. Estepona estaba protegida por el Regimiento Provincial de Chinchilla nº 32, con un Batallón integrado por 558 hombres. En el citado mes, el Regimiento de Milicias Provinciales de Málaga se encontraba con un solo batallón acantonado en Los Barrios (Cádiz), y en el campo de la propia Cádiz, el Regimiento de Milicias Provinciales de Ronda. A esto hay que añadir otras unidades que se crearon igualmente para hacer frente a las necesidades de la guerra, como es el caso del Regimiento de Infantería de Línea Real Maestranza de Ronda, con un Batallón. 
            Málaga entró en una economía de guerra en cuanto a recaudación de impuestos y víveres. A partir del día 4 de junio se inició el alistamiento de Voluntarios tanto de la capital como en los pueblos, destacando en esta tarea el capellán Fernando Berrocal, del Cristo de la Salud. La edad de los voluntarios osciló entre los 16 a 45 años”.    

EL REGIMIENTO DE INFANTERÍA MÁLAGA EN EL VERANO DE 1808

 
Tambor de Regimiento de Infantería de Málaga, en 1808, según Salas  
 
Las autoridades e instituciones malagueñas realizaron un gran esfuerzo en completar las unidades de Línea, organizar a los Urbanos y enviar mozos al Provincial de Málaga que se encontraba fuera de nuestra provincia.
Por otra parte, en los primeros días de junio de 1808, y a tenor con lo que le pedían las Juntas de Sevilla y Granada, Reding ya había concebido y designado el destino de las unidades de guarnición de Málaga, así como los voluntarios. A mitad de junio salieron de Málaga, camino de Sevilla, el Regimiento de la Reina, el Regimiento Montesa y unos seiscientos voluntarios malagueños, de los cuales un tercio eran presos indultados. Reding apoyó así a la Junta Suprema sevillana, tras el acuerdo firmado el 11 del mismo mes. Precisamente, en ese mismo día y por vía marítima llegó al puerto de la ciudad, el grueso del Regimiento de Infantería de Málaga, procedente de Melilla.
Reding comprendió que para poner operativa a esa unidad y aumentar su fuerza en la inminente campaña que se avecinaba, se necesitaba tiempo y medios. Además, debido a los desórdenes que habían ocurrido en la capital y otros puntos de la provincia, era conveniente dejar una unidad de Línea en retaguardia que, en un momento determinado, pudiera controlar la situación. Ambas circunstancias privaron al Regimiento Málaga de participar, junto a otras tropas de la capital, en la victoriosa batalla de Bailén librada el 19 de julio de aquel mismo año.



Soldado del Regimiento de Infantería de Málaga, con la uniformidad que le correspondió en 1805, según José María Bueno, pionero en nuestro país en la investigación de los uniformidades, y excelente dibujante, que ha publicado decenas de libros especializados sobre este tema.

 R.O. del 15 de abril de 1805, sobre la uniformidad del Regimiento Málaga  

Sombrero con pluma encarnada como correspondía a los regimientos de Línea, sobre escarapela roja con presilla dorada.
Casaca blanca, chaleco blanco, calzón blanco, cuello blanco y forro blanco.
Divisa en azul en, solapa, vueltas y vivos.
Las carteras de los bolsillos transversales y con tres botones. Polainas en negro.

La Real Orden sobre Uniformidades de 1805 era la que estaba vigente en 1808 al estallar la Guerra de la Independencia, aunque la dinámica de cada unidad en los años precedentes, la oportunidad o retraso de llegada de las nuevas uniformidades a los cuarteles y la decisión en los suministros en cuanto a la reposición, hizo que el cambio de uniformidad en todas unidades no fuera transversal, sino que, en frecuentes casos, las nuevas uniformidades se encontraran en los almacenes sin ser entregadas a los Cuerpos, pendientes por no encontrarse en mal estado de uso, todavía, el uniforme único decretado en 1802 o los de reformas anteriores.
            Aunque existen obras posteriores como la de Clonard o Jiménez, una de las más tratadas y fiable sobre las uniformidades de 1808, por estar publicada precisamente en 1807, es el llamado “Álbum de Ordovás”. Realizado entre 1806 y 1807 le dio tiempo a recoger las uniformidades decretadas para los regimientos en 1805.
            Pero con todo lo anteriormente expuesto, la pregunta inevitable surge: ¿Vestían los regimientos de Infantería de Línea española los uniformes decretados en el Reglamento de 1805, al estallar la Guerra de la Independencia en 1808 o, en su caso, cuando lo vistieron?
Al investigador Juan José Sañudo se debe el dar con la clave de esta cuestión, al conseguir dos documentos de importancia, fechado el primero el 29 de marzo de 1808 y, el segundo, el 29 de abril del mismo año, donde la Inspección de la Infantería de Línea señalaba el uniforme que llevaba cada unidad en meses muy próximos al estallido de la Guerra de la Independencia. Este trabajo fue publicado por la Luis Sorando Muzás en la revista “Soldats Napoleoniens” en diciembre de 2007. En las relaciones de la Inspección de la Infantería de Línea, aparecían unidades con el uniforme de 1805 (ejemplo Zamora), 1802 (ejemplo Voluntarios de Estado), o 1791 (ejemplo Málaga). Los estados de fuerza relativos a los meses de marzo y junio de 1808, en su pie, señalan que el Regimiento de Infantería de Línea Fijo de Málaga había devengado en febrero de 1802 el vestuario de la uniformidad emanada de la R.O. de aquel mismo año, pero que todavía no había recibido las nueva uniformidad relativa al uniforme único de la Infantería pese a estar esperándolas con urgencia. Según esto, el Regimiento de Infantería de Línea Fijo de Málaga, estaba vistiendo todavía el uniforme blanco con las divisas de 1791, el año de su creación.
Por tanto, al estallar la guerra había unidades que todavía llevaban el uniforme único, como ya se ha citado en el caso de los Voluntarios de Estado, en concreto en su muy conocida participación en la defensa del Parque de Artillería de Monteleón el 2 de mayo de 1808; mientras que en esa fecha, sí consta que tenían ya las reglamentadas de 1805, los regimientos Príncipe, Saboya, África, Zamora, Soria, Córdoba, Guadalajara, Sevilla, Valencia, Toledo, Mallorca, Burgos, Murcia, Cantabria, Asturias, Navarra, América, Princesa, Jaén, Órdenes Militares y Borbón. El caso más excepcional, es decir, que tenían todavía el de 1791, se reduce a los regimientos de Málaga y Ceuta, a pesar de que ambas unidades habían reiterado su petición. Esto es de por sí, significativo. La coincidencia de que ambos cuerpos compartieran en esos momentos destino en las plazas norteafricanas, el Málaga en Melilla y en los peñones, y el Ceuta en aquella ciudad, lo que nos lleva a pensar, que  esa lejanía geográfica pudo tener que ver con ello. No se nos escapa el desgaste en textura y colores de estas uniformidades bajo el implacable sol africano, junto a la propia dureza de los destinos, especialmente guarneciendo los peñones, pues quedaban muy expuestos al salitre y a los vientos del mar. Por tanto, estas uniformidades debían de estar ya muy deterioradas con dieciocho años de uso, más el añadido de la participación en la Guerra de los Pirineos, Sitio de Tolón y la campaña de Portugal en 1801. Es decir, el aspecto debía de ser deplorable al ser su textura de algodón.
Saltemos ahora al verano de 1808. Las autoridades e instituciones malagueñas realizaron un gran esfuerzo en completar las unidades de Línea, organizar a los Urbanos y enviar mozos al Provincial de Málaga que, en aquellos momentos se encontraba dando guarnición a Ceuta. En los primeros días de junio de 1808, y por petición de las Juntas de Sevilla y Granada, el gobernador político-militar de Málaga, Teodoro Reding ya había concebido y designado en qué dirección partirían las unidades de guarnición de Málaga, así como los voluntarios. Eran momentos de completar, equipar y armar a las unidades. La recluta se estaba llevando a cabo a marchas forzadas, conociéndose que se estaban tomando providencias para el Regimiento de Infantería de Málaga, cuyo grueso bogaba ya desde Melilla para Málaga. Una de estas medidas apareció en el Diario de Málaga del viernes 10 de junio, relativa a que “El día 8 por la tarde se presentaron 97 voluntarios de la villa de Mijas, que se agregaron al Regimiento de Infantería de Málaga”. Dado lo que sucedería el día 11 de junio, se comprende que, a primeros de ese mes, la cabecera de este Regimiento en Málaga ya estuviese activada en la capital para completarlo. También lo demuestra que en a ese mismo mes, Churriana proporcionara un total de cuarenta y cinco voluntarios que fueron destinados directamente al Regimiento de Infantería de Málaga. Igualmente ocurrió con los inscritos en el listado de Marbella.
A mitad de junio salieron de Málaga, camino de Sevilla, el Regimiento de la Reina, el Regimiento Montesa y unos seiscientos voluntarios malagueños, de los cuales un tercio eran presos indultados. Reding apoyó así a la Junta Suprema sevillana, tras el acuerdo firmado el 11 del mismo mes. Precisamente, en ese mismo día y por vía marítima, llegó al puerto de la ciudad el grueso del Regimiento de Infantería de Málaga, procedente de Melilla. 


Desde el año 1998, el I Batallón del Regimiento de Infantería de Málaga se encuentra en la exposición de figuras de plomo que, junto a un interesante patrimonio, acoge el Centro de Interpretación del Castillo de Gibralfaro. La unidad aparece con la uniformidad reglamentaria que le correspondió en 1805.

            Por el Estado de Fuerza redactado por la Inspección de la Infantería de Línea española, sí sabemos los efectivos del Málaga nº 29 cuando llegó a la capital: un total de 854 hombres. Sin embargo, se desconoce el verdadero estado y carencias con que se presentó la unidad al desembarcar, nos referimos a equipamiento, armamento y uniformes, aunque por lo anteriormente expuesto, debería de ser muy deplorable, con un serio contraste en presencia y medios, en cuanto a las otras unidades de Infantería de guarnición en la plaza, como La Reina o Reding nº 3, situación que los responsables del Málaga expondrían con detalle a Teodoro Reding para que se paliara con urgencia. El gobernador político-militar comprendió que para poner operativa a esa unidad y aumentar su fuerza en la inminente campaña que se avecinaba, se necesitaba tiempo y muchos medios. Además, debido a los desórdenes que habían ocurrido en la capital y otros puntos de la provincia, era conveniente dejar una unidad de Línea, fiable, en retaguardia, que en un momento determinado pudiera controlar la situación, o en un caso extremo, si el Ejército de Andalucía se viera superado por las fuerzas francesas que progresaban hacia el sur, defender la ciudad de Málaga. Ambas circunstancias privaron al Regimiento de participar, junto a otras tropas de la capital, en la victoriosa batalla de Bailén, librada el 19 de julio de aquel mismo año.
Conocemos que el Regimiento de Infantería de Línea de Málaga estuvo en la capital desde el 11 de junio hasta el 12 de diciembre de 1808. En esa última fecha  abandonó su acuartelamiento para salir de campaña. Estamos hablando de seis meses en los que tanto Málaga como la cabecera de la Capitanía General del Antiguo Reino de Granada, estuvieron libres de los franceses, e incluso Madrid fue liberada como consecuencia de la victoria de Bailén, aunque terminara cayendo en manos del ejército napoleónico a primeros de diciembre de 1808. En aquel primer año de guerra, el avituallamiento del ejército español en el sur peninsular, aún funcionó gracias a que la administración del reinado de Carlos IV estuvo operativa e intacta, teniendo los regimientos material de repuesto y prendas en los depósitos.


La recreación del “Regimiento de Infantería de Málaga” desfila por las calles malacitanas en recuerdo de su partida para Sierra Morena 1808
 
Por tanto, con la organización administrativa y las vías de comunicación para el transporte logístico disponibles, en aquellos meses pudieron  llegar a Málaga los uniformes devengados por el Regimiento desde hacía varios años, bien el único de 1802, o tal vez el vigente de  1805, que vestían ya una gran parte de los regimientos de Línea al estallar la guerra. Hay que tener en cuenta también, que Sevilla se había convertido en una gran base de confección de equipamiento en aquellos meses, y que la unidad, por todo lo tratado ya, necesitaba encarecidamente medios y uniformidades para entrar en campaña. También existían recursos locales para dotar de uniformes a un Regimiento, que no venía de los depósitos controlados por los intendentes. Bajo la dirección del maestro sastre encargado del vestuario de la unidad, diversos talleres de costureras se activaban en la localidad, seguido de un control por parte de la autoridad, que velaba porque ningún uniforme se perdiese, trabajando los talleres con celo y cuidado.
Por todo lo expuesto anteriormente, creemos que es razonable pensar, que  cuando el Regimiento de Infantería de Málaga salió de campaña a finales de 1808, no fuera uniformado con las obsoletas prendas de 1791 (ni siquiera confeccionadas nuevas con ese patrón), o que con ellas intervino en la defensa de Málaga en 1810, error que se agranda por desconocerse la dinámica castrense en cuanto a incidencia de la uniformidad de quien la viste dentro del marco de unas verdaderas fuerzas armadas, no teniendo en cuenta dos factores históricos importantes: primero, que en 1808 la guerra contra el francés se adivinaba corta y prevista para resolverse con un par de batallas decisivas (con Bailén se vivió esa euforia), y que una vez que se iba a equipar de forma completa al Regimiento Málaga, lo lógico sería hacerlo con la R.O. vigente y no por un reglamento carente de vigor  y disposiciones ya caducas. El segundo dato, que no es baladí, está en el valor moral que debió suponer para sus mandos y tropa, la paridad de verse equiparados, en uniformidad, a sus unidades hermanas de guarnición.
EL REGIMIENTO DE INFANTERÍA DE MÁLAGA EN LA CAMPAÑA
 


 Sabemos que el primitivo batallón del Regimiento de Infantería Málaga, partió del  acuartelamiento que tenía asignado en la capital, el día 12 de diciembre de 1808, con  924 hombres. Al mando de la 5ª Compañía de aquel I Batallón iba el teniente Vicente Moreno Baptista, que al año siguiente, ya como capitán, destacaría en las batallas de Almonacid y Ocaña, y el destino le convertirá, más tarde, en uno de los célebres guerrilleros de la provincia de Málaga.
            En Granada, las autoridades de la Capitanía General dotaron al batallón con cerca de trescientos voluntarios más, quedando su Fuerza en Revista con 1200 hombres, que partieron el día 20 de enero de 1809 en dirección a La Carolina, donde se encontraba entonces el Cuartel General del todavía denominado Ejército de Andalucía.

LA BANDERA CORONELA DEL REGIMIENTO


El Centro de Interpretación del castillo de Gibralfaro, recoge perfectamente como la bandera Coronela era portada y protegida en campaña por los granaderos del I Batallón del Regimiento de Infantería de Málaga

Las disposiciones que regulaban las banderas de los regimientos en 1791 eran los modelos recogidos en las Reales Ordenanzas de Carlos III de 1762. En ellas se citaba que cada Batallón tendría dos banderas, siendo para los regimientos de Línea, una Coronela y una sencilla para el I Batallón, y dos sencillas para el II Batallón.


La Coronela tenía en el centro el escudo Real adoptado por Carlos III, sin aspa roja de Borgoña, que sí figuraba en el modelo antiguo de 1748, y en cada esquina, el escudo de armas de la ciudad que fue concedido por los Reyes Católicos, e  incorporaron al mismo las efigies de los Patronos, Ciriaco y Paula.
 
BAJO LA ADVOCACIÓN DE LOS PATRONOS DE MÁLAGA

              
En 1494, los Santos, Ciriaco y Paula, quedaron para siempre vinculados con la ciudad. A los mártires se les había reinstaurado oficialmente su culto en 1487, al ser tomada Málaga a los musulmanes, siendo proclamados patronos de la capital en 1490.
  En la segunda creación del Regimiento de Infantería de Málaga, el marqués del Vado del Maestre consideró que al ser la unidad titular de Málaga, ésta debía estar bajo la advocación de los Patronos de la ciudad. Un texto manuscrito que figura en las Actas Capitulares, firmado por el propio marqués así lo recoge.  Esto, junto a la circunstancia de que en el histórico día del 5 de febrero de 1810, mientras los integrantes del Regimiento de Infantería de Málaga luchaban desesperadamente contra los franceses en diferentes puntos de la ciudad, soldados napoleónicos robaron en la iglesia
de Los Mártires, las estatuas en plata de Ciriaco y Paula; ha unido hoy a Congregación de los Santos Patronos con nuestra  recreación
Regimiento de Infantería de Málaga”, que desfila en la procesión anual de los Patronos, que tiene lugar cada 18 de junio.

 


EL ESCUDO DE LOS REYES CATÓLICOS
EMBLEMA DEL REGIMENTO DE INFANTERÍA DE MÁLAGA


También dispuso el marqués del Vado del Maestre, por su petición a S.M. y al Consistorio malagueño, poder colocar en las banderas, la coronela y las de los batallones,  así como en los demás menajes del Regimiento, el escudo de arma de que los Reyes Católicos concedieron a la ciudad.
            Tanto por el nombre, como por poder hacer uso del escudo de la propia ciudad, el Regimiento de Infantería de Málaga se convirtió en la unidad titular de la capital, honores y distinciones para esta unidad integrada por malagueños.

BANDERA DE BATALLÓN
 
 

Bandera sencilla del Regimiento de Infantería de Málaga. Las de esta forma eran conocidas, generalmente, como banderas “batallonas”, por se portada por los II y III batallones de las unidades. Sus principal característica era la solitaria cruz de Borgoña con los escudos regimentales en las esquinas.

ALMONACID. EL REGIMIENTO DE INFANTERÍA DE MÁLAGA

ENTRA EN COMBATE.


 
En una mañana de agosto de 2009, nuestro compañero Esteban Alcántara señala  a las afueras de Almonacid, el espacio por donde progresaron las tropas francesas con  las que se enfrentó el Regimiento de Infantería de Málaga en la batalla.

Encuadrado en el llamado Ejército de La Mancha, el Regimiento de Infantería de Málaga sufrió todas las vicisitudes de marchas y contramarchas ordenadas por el general Venegas, en su ineficaz maniobra de diversión para evitar la concurrencia de tropas francesas en la batalla de Talavera. Vapuleado Venegas por el llamado Manifiesto publicado en Sevilla en julio 1809, autoría del duque del Infantado; tras una escaramuza en Aranjuez, Venegas dio órdenes a su ejército de retirarse a Almonacid.
            Por entonces, el Ejército de La Mancha estaba constituido por cinco divisiones, con 24.659 infantes y 3,138 jinetes, que con artilleros, ingenieros y los acemileros del convoy de mulas, sumaban y total de 29.000 hombres. Aparentemente era una fuerza importante, pero sus carencias eran grandes. La tropa llevaba soportando semanas a la intemperie las frecuentes lluvias de verano, sin tiendas ni albergue alguno, y no había hospitales para atender a los numerosos enfermos derivados de esa situación.
            El Regimiento de Infantería de Línea Fijo de Málaga estaba encuadrado en la 4ª División. No eran los únicos malagueños en la 4ª, pues también estaba integrado en ella el Batallón del Regimiento de Infantería de Línea de Vélez Málaga. Ambas unidades, junto a las demás encuadradas en la 4ª División, que mandada por el brigadier Francisco González Castejón, abandonaron Tembleque, donde habían estado acampadas, para marchar hacia Almonacid, al amanecer del 9 de agosto, según el plan trazado por el general Venegas.  
            La 4ª División la componían 4.282 hombres, con sólo un escuadrón de Caballería compuesto por 60 jinetes. Compensaba esto último la artillería con 8 piezas (cuatro de ellas de a 12), y un obús arrastrado por caballos. El día 10 de agosto, las divisiones del Ejército de La Mancha se fueron concentrando en la pequeña localidad toledana de Almonacid.
            Tanto la batalla de Talavera como lo sucedido en Aranjuez, había hecho que los mandos del Ejército de La Mancha creyeran poder batirse con éxito ante a los franceses en campo a abierto, opinión que también proclamaba Venegas. Con ese consenso, el general desatendió las órdenes de la Junta Central de retirarse al sur, hacia el paso de Sierra Morena. La euforia de Venegas aumentó al entender que la posición del Ejército de La Mancha en Almonacid, en aquella fecha, sería una sorpresa para los franceses, pero los acontecimientos demostrarían lo contrario, pues la marcha de las divisiones de Venegas hacia Almonacid ya había sido descubierta por los franceses, y éstos, maniobrando con precisión y cautela se echaron encima de los españoles cuando amanecía. El Ejército de La Mancha se desplegó como pudo y con prisas, con el caserío de Almonacid y el cerro de la Cruz, coronado por el viejo castillo medieval, a sus espaldas. Al Regimiento de Infantería de Línea Fijo de Málaga, le tocó desplegar junto al resto de  la 4ª División, en el ala derecha del ejército de Venegas, recibiendo desde un primer momento un duro bombardeo de la artillería francesa que tenían cañones de a 16. Después, los franceses atacaron en masa a la 4ª División por la parte oeste de su despliegue, que comenzó a retroceder cuando por escasez de munición ya no pudo mantener el vivo fuego que había hecho hasta entonces. Podemos figurarnos a los integrantes del Regimiento de Infantería de Línea Fijo de Málaga, combatiendo en aquel caluroso día de verano manchego, con las gargantas secas por el polvo y la escasez del agua (los arroyos estaban secos y los pocos pozos y norias de Almonacid se encontraban prácticamente vacíos después de beber y asearse más de 29.000 hombres y tres mil caballos). Durante la mañana, la artillería francesa situada frente al Málaga le había hecho considerables bajas. Entre aquel nutrido fuego que no cesaba y el humo de las eras que ardían, el teniente coronel Kearney ordenó a su Regimiento replegarse hasta el pueblo a la par que lo hacían otras unidades de la 4ª División, como un primer paso, pues se presumía que la retirada iba a ser global por parte de todo el Ejército de la Mancha, ya que se podía contemplar el retroceso hacia el cerro del castillo, de las divisiones 2ª, 1ª y 3ª (estas dos últimas con muchas bajas), ante el abrumador ataque francés y la pérdida de las alturas de los Cerrajones.


En esa pendiente en la falda norte del castillo de Almonacid, comenzó la retirada de 2ª, 1ª y 3ª División, del Ejército español.

El Regimiento de Infantería de Málaga y otras unidades de la 4ª División de Castejón, más los de la 5ª de Vigodet, pasaron bajo la ladera del flanco izquierdo del castillo intentando bajar a la llanura que se abría al sur. En la retirada, la 4ª y la 5ª tenían que marchar en retaguardia protegiendo a la 1ª, 2ª y 3ª. Castejón lo hizo con sus unidades de infantería y caballería (pues entre el olivar y la retirada perdió su artillería), mientras que Vigodet empleó sus cañones con cargas de metralla para frenar a los franceses. Aún así, en el llano sur de Almonacid, la 4ª División de Castejón al ir en extrema retaguardia protegiendo a las demás divisiones, sufrió la carga directa de la caballería francesa, cuyos jinetes se aproximaron a las formaciones de los regimientos de infantería que tuvieron que hacer descargas cerradas, colaborando en ellas las compañías del Málaga que cargaban, disparaban y volvían a cargar. Los soldados de la 5ª Compañía del I Batallón, lo hicieron bajo las órdenes del capitán recién ascendido, Vicente Moreno, en esos momentos uno de los más destacados mandos del Regimiento.
Las derrotadas tropas del general Venegas entraron en esa misma tarde en Mora donde los franceses ya desistieron en su persecución. Una vez tomaron aliento, carros y provisiones, las unidades españolas marcharon en buen orden por el camino a Manzanares, tomando la carretera de Andalucía. Sin embargo, al conocer la engañosa noticia de que los franceses se encontraban cerrando ya el paso en Valdepeñas, se desbandaron muchos regimientos y no pararon hasta llegar a la vertiente norte de Sierra Morena, donde reposaron definitivamente en unos campamentos que no reunían las condiciones necesarias para permanecer largo tiempo.
En Almonacid, los españoles tuvieron unas 3.000 bajas entre muertos y heridos, más un número importante de desertores en la retirada. Por su parte los franceses tuvieron casi 2.000 entre heridos y muertos.
Por la derrota de Almonacid, el general Venegas fue destituido de su cargo, siendo sustituido en un primer momento por el general Eguía.

MEDALLA DE DISTINCIÓN DE ALMONACID
 

Pese a la derrota que supuso la batalla librada, para recompensar el valor de aquellos militares que se destacaron en Almonacid, se creó una Medalla de Distinción por Real Orden de 30 de mayo de 1816. Tenía la figura un escudo en el centro, sobre cuatro aspas de tres puntas en cada brazo en las que alternaban los colores blanco y verde. Dentro del óvalo verde del escudo contenía la cita “POR F. 7” y fuera, sobre blanco “EN ALMONACID, 11 DE AGOSTO DE 1809”. Remataba la parte superior una corona real, de la que asomaban por debajo ramos de encina, y en la parte inferior una bellota de oro. El reverso era liso y la cinta verde con dos listas blancas.
BATALLA DE OCAÑA. EL REGIMIENTO DE MÁLAGA SE DESANGRA


Homenaje a los caídos del Regimiento de Infantería de Málaga, en Ocaña, en el año 2009, por parte de los integrantes de nuestra recreación histórica.

            Tras lo de Almonacid, la Junta Central decidió unir al Ejército de Extremadura con el de La Mancha, en la zona de La Carolina, reconstituyendo el nuevo Ejército del Centro.
Había mucha necesidad de activar frente al enemigo ese ejército, pues en la zona de la Carolina los recursos escaseaban para mantener a tantos hombres y caballos.
            La importancia de toda aquella fuerza es que lo que allí se había conjuntado era el ejército de maniobra español mayor en todo lo que se llevaba de guerra. Para hacernos una idea del Estado de Fuerzas de aquel ejército, citar que entre todas las divisiones sumaban 44.606 infantes. La cifra aumentaba con la Caballería, con un total de 6.571 hombres bajo en mando del mariscal de campo Manuel Freire. A esto había que añadir las piezas de artillería (una cincuentena), con sus sirvientes, más unos 600 zapadores. En total, del ejército del Centro quedó constituido por un total de 53.277 hombres, mandados por el general Juan Carlos de Areizaga y Alducín, de 53 años. Tras varios días de marchas de aproximación y la previa derrota de la caballería española en Ontígola, las tropas del general Soult y las de Areizaga se enfrentaron en una batalla que iba a cambiar el signo de la guerra: Ocaña.
Nueve de la mañana del día 19 de noviembre de 1809. Las unidades del numeroso Ejército del Centro forman para batirse al ejército francés mandado por el mariscal Soult, “el mejor maniobrero de Europa” en palabras de Napoleón, que cuenta para la acción con 27.000 hombres de Infantería y 5.000 jinetes. Los soldados españoles preparan sus armas, ajustan los correajes y miran a su frente. No tienen buenos presagios. Saben que en el día anterior, en Ontígola, se ha trabado el mayor combate de caballería de toda la guerra, entre 3.000 jinetes franceses y 4.000 españoles, y que la suerte ha acabado en derrota para los escuadrones del general Freire. Han escuchado nefastos comentarios entre algunos oficiales que forman en la línea: “¡Nosotros con mulos y ellos con caballos, no se podía esperar otra cosa!”, “¡Dónde está ahora Godoy, que tuvo la genial idea de cambiar nuestra caballería por ganado mular!
El dispositivo español quedó así de este a oeste: sobre el camino de Cabañas a Ocaña la caballería de Rivas, y entre ella y el caserío del pueblo una batería y la vanguardia de Zayas. La 2ª División de Vigodet por delante de Ocaña, en su parte norte. A su derecha y al costado una de la otra, formando línea por la parte norte del camino de Noblejas, las divisiones 3ª de Girón, 4ª de Castejón (con el Regimiento de Infantería de Málaga)  y 1ª de Lacy, con sus respectivas baterías entre unas y otras. En la extrema derecha y cubriendo el ala, la mayor parte de la caballería a las órdenes de Freire. Tras esta primera línea y en paralelo, las divisiones 7ª de Copons, 5ª de Zeraín y 6ª de Jacóme.
A las diez de la mañana comenzó el intercambio de disparos de las guerrillas avanzadas españolas con los voltigeurs franceses, así como el duelo artillero, más demoledor por parte de los franceses. Su comandante en jefe, el mariscal Soult, contaba con la Guardia Real de José Bonaparte, tres regimientos españoles afrancesados y la División de Reserva de Desolles. También, con el V Cuerpo de Ejército del mariscal Mortier, el IV Ejército Imperial del general Sebastiani y la División de Dragones del mayor general Milhaud. El general Areizaga de nuevo sorprendió a todos subiéndose al campanario de la iglesia de San Martín, en Ocaña, con el fin de colocar allí su observatorio. Esta actitud hizo comprender a los oficiales que iban y venían al improvisado puesto de mando, que su general estaba lejos de estar en la línea. Así, subían y bajaban la escalinata de la torre de San Martín, ayudantes, oficiales de enlace, etc. perdiéndose mucho tiempo en hacer llegar las órdenes a las líneas. El historiador Ramón Solís, en su obra “La Guerra de la Independencia española”, recoge una parte del momento protagonizado por el general en jefe español en su puesto de observación, rodeado por una marea de ayudantes y dominado ya por el miedo: “¿Quienes son aquellos que asoman por allí?”, “Mi general, son los franceses del Cuerpo de Ejército del mariscal Víctor”, “Y aquellos que vienen por esa parte”, “Son los del Cuerpo de Ejército del mariscal Jourdan”, “¡Buena se va a armar!”, frase esta última del general.
Francisco González Castejón desplegó la 4ª División en cuya 2ª Brigada se hallaba formado el Regimiento de Infantería de Málaga, próximo al centro del conjunto de toda la formación española. El enemigo que le había tocado justamente enfrente, no era otro que el formado por los alemanes de la División Leval, encuadrados en el V Ejército del mariscal Mortier.
 

Compañía de fusileros del I Batallón de Regimiento de Infantería de Málaga, que con la uniformidad de 1805 combatió en la batalla de Ocaña. Se encuentra en el Centro de Interpretación del Castillo de Gibralfaro (Málaga). 

             A las diez de la mañana, los cañones de ambos bandos comenzaron un duelo artillero que se fue incrementando hacia el mediodía. Cuando la división de los alemanes al mando de Leval y la de los polacos dirigidos por Werlé iniciaron el avance hacia la línea española, recibieron fuego muy certero de los cañones de las divisiones de Lacy y Castejón, ordenando ambos mandos contraatacar con sus respectivos regimientos al enemigo que tenían a su frente, apoyándose en su izquierda en la División de Girón. Sin embargo todo se derrumbó de repente: el Regimiento de Chinchilla de la División Lacy, que iba a la cabeza, se paró  por el intenso fuego que recibía, comenzando a retroceder, y con ello a arrastrar a otros regimientos de la 1ª División. Durante unos minutos la 4ª de Castejón aguantó en su máximo punto de avance, recibiendo y realizando descargas, y envueltas sus unidades por el humo de la pólvora. Entonces, el general Mortier envió en socorro de alemanes y polacos a la división Girard (la 1ª del V Cuerpo), que no sin esfuerzo restableció la situación.  Intentaban rehacerse las compañías del Regimiento de Infantería de Málaga y las otras unidades españolas de la 1ª y 4ª División, cuando vieron como a su derecha, la caballería de Sebastiani se deshacía de la caballería de Freire, a la que ponía en fuga, permitiéndose a continuación los jinetes franceses cargar de flanco y por retaguardia a los regimientos de Lacy y Castejón. Como otras unidades, el Regimiento Málaga se vio envuelto por la infantería y caballería enemiga, batiéndose a pesar de ello con vivo fuego, hasta que recibió orden de replegarse.
Dada la difícil situación en que cada uno de los regimientos de la 4ª División ya se encontraba, y tras comprobar como por la parte izquierda, las tropas de Desolles estaban a punto de penetrar en Ocaña; el brigadier González Castejón ordenó la retirada de sus unidades, cosa que en aquellos momentos se hacía ya muy compleja, al tener los regimientos que combatir duramente abriéndose paso hacia su retaguardia, a la vez, que no podían perder la cara al enemigo situados a su espalda y flanco izquierdo. 
En el centro de la formación, el teniente coronel Kearney pidió custodia para la bandera del Regimiento. Pero la unidad estaba en esos momentos colocada en el peor lugar de la batalla. Pese el afán de luchar y resistir, los franceses abrieron la línea y el Regimiento perdió su cohesión, fragmentándose en núcleos de compañías y secciones que intentaban escapar del acoso enemigo, viéndose impotente los mandos para frenar la dispersión.
El Málaga tuvo que lamentar la pérdida de su teniente coronel, varios oficiales y las dos terceras partes de su fuerza, entre muertos, heridos y prisioneros, así como la de su bandera. En cuanto a los mandos, el libro “Réquiem por Torrijos” cita:“Tras el fracaso de Ocaña, lo que quedaba de organización de las fuerzas armadas españolas, se desmembró. Una parte de los jefes y oficiales de la nobleza volvieron a sus casas solariegas, esperando cómodamente el final de la guerra. Otros, conscientes de sus deberes y responsabilidades, marcharon a los lugares donde todavía se conservaban núcleos de unidades regulares. Casi todos ellos terminaron luchando en la última fase de la guerra, encuadrados en las divisiones españolas que combatieron a las órdenes del duque de Wellington”.
El desastre de Ocaña marcó el fin de los propósitos de la Junta Central, por las gravísimas consecuencias de la batalla, ya que Extremadura y Andalucía quedaron totalmente a merced del ejército francés, influyendo en ello, la retirada de las tropas británicas a Portugal.

  BICENTENARIO DE LA BATALLA DE OCAÑA




Compañía de fusileros del I Batallón de Regimiento de Infantería de Málaga, que con la uniformidad de 1805 combatió en la batalla de Ocaña. Se encuentra en el Centro de Interpretación del Castillo de Gibralfaro (Málaga). 

             A las diez de la mañana, los cañones de ambos bandos comenzaron un duelo artillero que se fue incrementando hacia el mediodía. Cuando la división de los alemanes al mando de Leval y la de los polacos dirigidos por Werlé iniciaron el avance hacia la línea española, recibieron fuego muy certero de los cañones de las divisiones de Lacy y Castejón, ordenando ambos mandos contraatacar con sus respectivos regimientos al enemigo que tenían a su frente, apoyándose en su izquierda en la División de Girón. Sin embargo todo se derrumbó de repente: el Regimiento de Chinchilla de la División Lacy, que iba a la cabeza, se paró  por el intenso fuego que recibía, comenzando a retroceder, y con ello a arrastrar a otros regimientos de la 1ª División. Durante unos minutos la 4ª de Castejón aguantó en su máximo punto de avance, recibiendo y realizando descargas, y envueltas sus unidades por el humo de la pólvora. Entonces, el general Mortier envió en socorro de alemanes y polacos a la división Girard (la 1ª del V Cuerpo), que no sin esfuerzo restableció la situación.  Intentaban rehacerse las compañías del Regimiento de Infantería de Málaga y las otras unidades españolas de la 1ª y 4ª División, cuando vieron como a su derecha, la caballería de Sebastiani se deshacía de la caballería de Freire, a la que ponía en fuga, permitiéndose a continuación los jinetes franceses cargar de flanco y por retaguardia a los regimientos de Lacy y Castejón. Como otras unidades, el Regimiento Málaga se vio envuelto por la infantería y caballería enemiga, batiéndose a pesar de ello con vivo fuego, hasta que recibió orden de replegarse.
Dada la difícil situación en que cada uno de los regimientos de la 4ª División ya se encontraba, y tras comprobar como por la parte izquierda, las tropas de Desolles estaban a punto de penetrar en Ocaña; el brigadier González Castejón ordenó la retirada de sus unidades, cosa que en aquellos momentos se hacía ya muy compleja, al tener los regimientos que combatir duramente abriéndose paso hacia su retaguardia, a la vez, que no podían perder la cara al enemigo situados a su espalda y flanco izquierdo. 
En el centro de la formación, el teniente coronel Kearney pidió custodia para la bandera del Regimiento. Pero la unidad estaba en esos momentos colocada en el peor lugar de la batalla. Pese el afán de luchar y resistir, los franceses abrieron la línea y el Regimiento perdió su cohesión, fragmentándose en núcleos de compañías y secciones que intentaban escapar del acoso enemigo, viéndose impotente los mandos para frenar la dispersión.
El Málaga tuvo que lamentar la pérdida de su teniente coronel, varios oficiales y las dos terceras partes de su fuerza, entre muertos, heridos y prisioneros, así como la de su bandera. En cuanto a los mandos, el libro “Réquiem por Torrijos” cita:“Tras el fracaso de Ocaña, lo que quedaba de organización de las fuerzas armadas españolas, se desmembró. Una parte de los jefes y oficiales de la nobleza volvieron a sus casas solariegas, esperando cómodamente el final de la guerra. Otros, conscientes de sus deberes y responsabilidades, marcharon a los lugares donde todavía se conservaban núcleos de unidades regulares. Casi todos ellos terminaron luchando en la última fase de la guerra, encuadrados en las divisiones españolas que combatieron a las órdenes del duque de Wellington”.
El desastre de Ocaña marcó el fin de los propósitos de la Junta Central, por las gravísimas consecuencias de la batalla, ya que Extremadura y Andalucía quedaron totalmente a merced del ejército francés, influyendo en ello, la retirada de las tropas británicas a Portugal. 


BICENTENARIO DE LA BATALLA DE OCAÑA


LA ACCIÓN DE ARQUILLOS




Por las tierras de Jaén, el Regimiento de Málaga tuvo más bajas ante los franceses.

El día 20 de enero las tropas del rey José atacaron las posiciones laterales de los españoles en los puertos de Sierra Morena, del Rey y el Muradal, mientras que el mariscal Mortier rompió sin dificultad las defensas del general Areizaga, que salió huyendo despavorido para Jaén. En siete horas los franceses se hicieron con el codiciado paso de Despeñaperros, instalándose en la tarde de ese mismo día en La Carolina, el rey José, y los mariscales Soult y Mortier.
            La rapidez con la que se desarrollaron estos acontecimientos hicieron que la 4ª División del mariscal de campo Castejón, en la que se hallaban los 250 hombres del Regimiento de Infantería de Línea Málaga que todavía podían combatir; se viera sorprendida y envuelta el día 21 de enero en Arquillos (Jaén), por fuerzas francesas superiores, cuando intentaba replegarse hacia La Carolina con el fin de alcanzar Santiesteban del Puerto.
            La mayoría de la 4ª División cayó prisionera y con ella una parte de lo que quedaba del Regimiento de Infantería de Málaga. Los que lograron escapar de esta unidad lo hicieron con algunos oficiales, entre ellos el indómito capitán Vicente Moreno de la 5ª Compañía. A partir de ahí y de mil y una forma, por atajos, arroyos y quebradas, o por caminos más seguros aquellos hombres terminaron por llegar a Málaga, presentándose unos en el acuartelamiento de la unidad en la capital, mientras que otros prefirieron por los estragos sufridos, no volver a incorporarse.
            El 23 de enero, el general Sebastiani echó de Jaén sin apenas lucha a Areizaga que huyó con escasas fuerzas hacia Guadix, mientras que Lacy con alguna tropa de la 1ª División logró llegar a Granada.
5 DE FEBRERO DE 1810. EN LA DEFENSA DE MÁLAGA


Los hombres del Regimiento de Infantería de Málaga, combatieron en los barrios de Trinidad y Perchel, unidos a los vecinos. Con la caída de la noche, los del sector de Trinidad se replegaron a su cuartel, mientras que los del Perchel, bien mandados, lograron escapar hacia el oeste, camino del Puente de Rey y Mijas.

El avance del ejército francés hacia Granada y Córdoba conmocionó a los habitantes de Málaga, conscientes que después las tropas napoleónicas tomarían el camino de Málaga. Fueron momentos de inquietud, miedo silencioso y exaltación. Y también de desacuerdo, pues si bien la Junta de Gobierno de la ciudad y el propio general Cuesta se mostraban proclives a un diálogo y entrega pacífica de la ciudad a los franceses, el sector exaltado encabezado por el coronel Vicente Abello (apodado “El Cojo”), el escribano San Millán y sus hermanos, gente de baja estofa, así como el canónigo Jiménez y el fraile capuchino Berrocal, estaban dispuestos a enfrentarse al invasor con total falta de previsión en cuanto a las fuerzas con las que contaba el enemigo para tomar la ciudad.
            Las defensas puestas por los malagueños en el llamado camino de Antequera,  en los puntos de la Boca del Asno y Venta de los Gálvez, fueron desbordadas por el ejército frances del general Sebastiani, cuya vanguardia de caballería al mando de Milhaud, apareció por el Puerto de la Torre, a mediodía del 5 de febrero de 1810.
            Mal en lo estratégico y peor en lo táctico, Abello y los Sanmillanes dispusieron la defensa de la ciudad, especialmente en los ejes que conducían hacia el interior de la ciudad: camino del arrecife-calle Mármoles, y los caminos de Cártama y Churriana.
            A diferencia de otras unidades de Infantería con presencia en Málaga en los años 1808 y 1809, el Regimiento de Infantería de Málaga sí estuvo en la defensa de la capital en la tarde del 5 de febrero de 1810. En la página 20 del Tomo de Actas Capitulares 



Es conocido que una Compañía de Granaderos del Regimiento de Málaga se encontraba en la capital, en la defensa del 5 de febrero de 1810.

correspondiente al año 1810, que se encuentra en el Archivo Municipal de Málaga, se señala que, cuando fue depuesto en la plaza el Francisco de Corts (por órdenes de Abello), el Regimiento de Infantería Málaga tenía “alguna fuerza”. Está acreditado que esta fuerza  la constituían la Plana Mayor, con jefes y oficiales incluidos,  la compañía de Granaderos, la banda de música, y la compañía de servicios, que cubría la custodia y mantenimiento del cuartel del Regimiento Málaga. La aumentaron los mandos del I Batallón, cuya presencia también la tenemos acreditada, demostrándose que no todos marcharon al Campo de Gibraltar, sino que una parte importante de ellos (especialmente los capitanes que sobrevivieron de las batallas de Almonacid y Ocaña), vinieron a Málaga, donde tenían la cabecera de su unidad y a sus familias. 


Colección “Láminas del 5 de febrero de 1810” (2000),  autoría del dibujante malagueño Esteban Alcántara. El cuadro recoge a un oficial y un soldado, del Regimiento de Infantería de Málaga, luchando al lado de los percheleros el 5 de febrero de 1810, contra los franceses, en la Plaza de la Misericordia.
                                                        PERIODO ENTRE 1810 Y 1812 



Durante 1810, hombres del Regimiento de Infantería de Málaga defendieron el castillo de San Luís de Marbella, y núcleos de la unidad combatieron en las sierras de Ronda y Cádiz, a las órdenes de Valdenebro, primero, y más tarde, con Lacy; siendo muchas las vicisitudes vividas por los integrantes del Regimiento de Infantería de Málaga, en la provincia de Cádiz, entre 1810 y 1813. Como sería muy extenso plasmarlo aquí, destacaremos que defendió, ya completado, la Isla de León (San Fernando), desde la mitad de 1811 hasta el levantamiento definitivo del sitio de los franceses, en el verano de 1812. Desde esa fecha a principios de 1813, al general del Campo de Gibraltar, que tantos medios e instrucción le dedicó, le gustó denominarlo como Quinto Batallón de Guardias.
 


Para conocer la biografía del capitán Vicente Moreno Baptista, oficial del Regimiento de Infantería de Málaga y héroe de la Guerra de la Independencia, recomendamos al lector la pestaña de este blog, titulada Capitán Vicente Moreno.

FIN LA DEFENSA DE CÁDIZ Y LA ISLA DE LEÓN


La Alcaldesa de Cádiz entregó una placa de reconocimiento al “Regimiento de Infantería de Málaga” junto al monumento de la Constitución de 1812.

La toma de Badajoz el 7 de abril de 1812, y la derrota del general Marmont en Los Arapiles, el 22 de julio, cambiaron el signo de la guerra en el verano de 1812, obligando a los franceses a abandonar Andalucía. Desde la Isla de León, el Regimiento de Infantería de Málaga vio el 25 de agosto como los imperiales se  retiraban. El cerco a Cádiz había acabado. Ya en Sevilla, la Regencia resolvió que con las fuerzas que habían defendido Cádiz, se constituyera el llamado Ejército de Reserva de Andalucía.

OTRAS CONDECORACIONES OTORGADAS AL REGIMIENTO DE MÁLAGA

      Cruz de Distinción del Ejército de Reserva de Andalucía 




Le fue concedida por R.O. de 28 de diciembre de 1814 por la campaña de 1813, cuando el Ejército de Andalucía al mando del Conde de Labisbal, inició su marcha desde Andalucía a los Pirineos. Está constituida por una cruz de cuatro brazos ensanchados, esmaltados en blanco, con un escudo central circular y azul con la efigie del monarca en oro, orlada con la inscripción: EL REY AL EJÉRCITO DE RESERVA DE ANDALUCÍA; por el reverso, en el centro "1813" y en la orla: PANCORBO-PIRINEOS-NIVELLE. Sobre el brazo superior lleva una corona de laurel y la cinta de la que cuelga es naranja con filetes azules a los lados.

Cruz de Distinción del 3º Ejército
 

Se le concedió en 1815 por las operaciones de la defensa de la Isla de León en 1812 y operaciones del Campo de Gibraltar en 1813. Sus brazos son curvilíneos, de verde esmeralda y el círculo central las columnas de Hércules, el mar y la montaña, con la leyenda alrededor de “VENCEDOR DEL ESTRECHO AL PIRINEO”. En el reverso (a la izquierda), “3º EXTO.” La corona es de grana y la cinta tiene rombos blancos y verdes
 


1813. EL AYUNTAMIENTO DE MÁLAGA LE ENTREGÓ SU BANDERA
  

Foto del Ayuntamiento de Málaga, de 1860. Delante de la Casa Consistorial y formado, el Regimiento de Infantería de Málaga recibió su bandera en 1813.


Al terminar en este año la epidemia que de nuevo había asolado la provincia de Cádiz, el Regimiento de Málaga nº 31 vivió uno de los momentos más felices y deseados de su historia: el regreso y destino a la querida capital malacitana, que le vio crearse. Entre los vítores y aplausos de los ciudadanos, la unidad entró en Málaga en olor de multitudes. En el desfile, entre los nuevos incorporados, marchaban todavía algunos veteranos que habían estado en Alomonacid, Ocaña, Arquillos, en la defensa de la ciudad el 5 de febrero de 1810, en la épica resistencia del castillo de San Luís, y en los combates de las sierras de Ronda y Cádiz. Si el sentimiento popular se desbordó con aquella tropa, también lo hizo el primer Ayuntamiento constitucional de Málaga, que le concedió al Regimiento su bandera coronela.

 EL REGIMIENTO DE INFANTERÍA DE MÁLAGA, EN AMÉRICA

 
 
Fortaleza de San Juan de Ulúa (México), que defendió el Regimiento Málaga.

            El II Batallón del Regimiento de Infantería de Málaga fue enviado a la isla de Cuba para asegurar su defensa respecto a los planes de Bolívar. Allí estuvo desde 1819 a 1823, participando más tarde en la defensa del castillo de San Juan de Ulúa, en la costa mexicana.




        De la Real y Americana Orden Isabel la Católica, creada el 14 de marzo de 1815 por Fernando VII, le fue concedida una corbata a la bandera del II Batallón del Regimiento de Infantería del Málaga, por su fidelidad y servicios en las Antillas. La corbata es blanca con dos franjas amarillas y toda ella fileteada de blanco.

CONDECORACIONES OBTENIDAS EN LA PRIMERA GUERRA CARLISTA




En 1836, en la acción de Manlleu llevada a cabo el 2 de octubre, el Regimiento de Infantería de Málaga fue declarado “Benemérito de la Patria” por las Cortes del Reino.


Tomada la ciudad de Solsona por los carlistas de Benito Tristany, el Regimiento  partió a reconquistarla, combatiendo muy duramente en los asaltos librados entre el 21 y 27 de julio de 1838. Por ello se le concedió la Cruz de Distinción de Solsona.

Por su comportamiento en la batalla de Peracamps, librada entre el 24 y 28 de abril de 1840, tras la que se llegó al conocido pacto de Lécera para efectuar el intercambio de prisioneros; la unidad recibió la Medalla de Distinción de Peracamps.

BATALLA DEL PUENTE DE ALCOLEA




Por encontrarse en Madrid en 1868, en los momentos de la revolución de “La Gloriosa” en Cádiz, formó parte de la columna de Novaliches que perdió la batalla del puente de Alcolea frente a las tropas del general Serrano.

ASÍ CAMBIÓ LA DENOMINACIÓN DE MÁLAGA A MELILLA

            En la última década del siglo XIX, el Regimiento dejó definitivamente su denominación de Málaga, primero como África nº 1, en 1893, después como Melilla nº 1, en 1899, hasta que en 1906, quedó definitivamente como Melilla nº 59, que heredó el Historial del Málaga. El 29 de agosto de 1909, la 2ª y 3ª Compañía del I Batallón del Regimiento de Infantería Melilla nº 59,  participaron en la toma del monte Gurugú, formando parte de la columna del coronel Primo de Rivera, protegiendo  desde la altura denominada “gorro frigio”, la retirada de la 4ª Compañía del III Batallón, que fue la que izó la bandera en el pico Kol-la del Gurugú. El 29 de octubre, la 2ª Compañía del I Batallón asistió a la toma de Ait Aixa, quedando en esa posición. El 6 de noviembre las compañías se turnaron en diferentes servicios, cubriendo los destacamentos de Ras Quiviana, Zoco de Albaá, Ait Aixa y restinga, así como los del Penón de Alhucemas y fuertes exteriores.

1921. EL REGIMIENTO EN EL DESASTRE DE ANNUAL
  


Compañías del Regimiento Melilla nº 59, desfilan ante el general Silvestre, comandante general de Melilla, en el campamento de Dar Quebdani, en las semanas previas del Desastre de Annual, donde la unidad tuvo numerosas bajas.

            A principios de 1920 el general Manuel Fernández Silvestre se hizo cargo de la Comandancia Militar de Melilla, poniendo poco después en marcha, su plan para converger sobre la bahía de Alhucemas.
            Al Regimiento de Infantería Melilla nº 59, le tocó cubrir un territorio agreste y peligroso, enlazando desde Tistutin, en la ruta hacia Annual, hasta Afrau, en la costa, en una zona donde se encontraba la cábila de Beni-Said y de los fieros habitantes del Monte Mauro. Varias compañías del Regimiento Melilla nº 59, junto con una batería de artillería, personal de ingeniros e intendencia, constituyeron lo que se conoció como la columna volante de Kandussi.
Con arreglo a este despliegue y posiciones ocupadas, así se encontraba el 1 de julio de 1921, el Estado de Fuerzas correspondiente al Regimiento Melilla nº 58:

En Revista:                   3.041 hombres.
Plaza y deducciones:       698      
Columnas móviles:       1.346      
Destacamentos:                997      

Teniendo la cabecera en dar Quebdani, el Regimiento tenía repartidas sus fuerzas así:

I Batallón:
Compañía de Ametralladoras        Columna Móvil de Cheif.
1ª Compañía                                  Quebdani y Tisinger.
2ª Compañía                                  Imarufen, Tisinger y Darch Buzián.
3ª Compañía                                  Ishafen, Sammar, Sidi Dris y Segangan.
4ª Compañía                                  Columna móvil de Kandussi.
5ª Compañía                                  Columna móvil de Kandussi.
6ª Compañía                                  Columna móvil de Kandussi.

II Batallón:
Compañía de Ametralladoras        Sidi Dris
1ª Compañía                                   Columna móvil de Cheif.
2ª Compañía                                   Columna móvil de Cheif   
3ª Compañía                                   Columna móvil de Cheif.
4ª Compañía                                   Columna móvil de Cheif.
5ª Compañía                                   Ain  Mesauda y Sbuch Sba.
6ª Compañía                                   Columna móvil de Kandussi.

III Batallón:
Compañía de Ametralladoras        Columna móvil de Kandussi.
1ª Compañía                                   Columna móvil de Kandussi.
2ª Compañía                                   Draa nº 2 y Ulad Aisa.  
3ª Compañía                                   Tizi Iznoren y Tres Forcas.
4ª Compañía                                   Terbibin y Tikermin.
5ª Compañía                                   Timayast y Sidi Abdalah.
6ª Compañía                                   Columna móvil de Kandussi.

Tras los trágicos sucesos del 21 y 22 de julio en el sector de Annual, el coronel Araujo recibió orden del general Navarro, segundo en el mando de la Comandancia General de Melilla, de retirarse de Batel a Tistutin, pero cuando se repartieron estas órdenes, la mayoría de las posiciones ocupadas por las unidades del Regimiento Melilla nº 59, ya estaban cercadas por el enemigo, haciéndose difícil evacuarlas. El coronel Silverio Araujo, que había llegado a Quebdani en la madrugada del día 22 de julio, habiéndole precedido la columna Kandussi, unas horas antes, mandada por el comandante Sanz García; entró en ominosas negociaciones con los rifeños para conseguir paso franco hacia Melilla, con la consiguiente entrega del armamento. En esas horas y fecha, dependían de él la vida de cerca de mil militares españoles. Desgraciadamente, esas negociaciones que abrió y la inactividad en un tiempo para actuar, consumaron una masacre de la que sólo lograrían salvarse unos cuantos.

EL CAPITÁN AMADOR ASÍN GANÓ LA LAUREADA DE SAN FERNANDO

 
A esa entrega de armamento se negó el capitán Amador Asín, del Regimiento de Infantería Melilla nº 59, que con su compañía protegía la aguada de Quebdani, fortificados los españoles en la casa de Si Hammú. Desde la misma, vieron como los rifeños, no respetando la palabra dada,  dieron muerte a la mayoría de los que estaban en Quebdani.
Amador Asín y sus hombres quedaron rodeados, iniciándose una desperada defensa que duró tres días. Cuando el capitán comprobó el tercer día,  que dos tercios de su tropa, había caído ya,  y que la munición estaba próxima a agotarse, mandó calar bayonetas y abrir la puerta, y a disparos a bocajarro y golpe de bayonetas, los españoles cargaron desesperadamente contra los rifeños, mayor en número. Muy pocos consiguieron sobrevivir. Por su valor, sacrificio y mando ejercido, el capitán Enrique Amador Asín recibió a título póstumo la Laureada de San Fernando.

GUERRA CIVIL (1936-1937)
           
 Al estallar la contienda el 18 de julio de 1936, el Batallón de Cazadores de Melilla nº 3, se organiza en Agrupación A, B, C, D, E, F, G y H. Las agrupaciones D, E, F y G, toman en 1937 las denominaciones de Batallón nº 251, 252, 259 y 260, respectivamente. Acabada la guerra, se trasformó en el Batallón de Guarnición nº 3 de la plaza de Melilla.

1966. EL RETORNO A MÁLAGA

            El 1 de enero se organizó en Málaga la Plana Mayor Reducida (PLMR), del Regimiento de Infantería Melilla nº 52. El 10 de febrero, procedente de la Plaza de Melilla, llega en el barco “Correo” la bandera del Cuerpo que, recibida por jefes y oficiales es conducida al Cuartel de la Trinidad. Dos días después, por carecer Trinidad de Guardia de Prevención propia, es ordenada la entrega de la bandera del Regimiento Melilla al Campamento Comandante Benítez, que guarnecía el Regimiento de Infantería Aragón nº 17.
1968


Cuartel de Capuchinos, en Málaga, donde la Plana Mayor Reducida del Regimiento Melilla nº 52, ocupó algunos edificios desde 1968 a 1978

            El 19 de enero de 1968, se llevó a cabo el traslado de la bandera del Regimiento de Infantería Melilla nº 52, desde el Campamento Comandante Benítez a su sala correspondiente en el Cuartel de Capuchinos, donde la Plana Mayor Reducida de la unidad permaneció diez años.

1978

            En octubre, por el nuevo despliegue de unidades en el sur de la Península, la Plana Mayor reducida pasa a convertirse en el Regimiento de Infantería Melilla nº 52,  tipo Defensa Operativa del Territorio (D.O.T.), con ubicación en el Campamento Comandante Benítez y un solo Batallón en armas, nutriéndose sus compañías de la tropa del Regimiento de Infantería Ceuta nº 54 que, hasta entonces, había estado de guarnición en Ronda, y que a partir de ese mes pasó, como Plana Mayor Reducida y con gran parte de sus anteriores mandos, también al Campamento Comandante Benítez.
            El Regimiento de Infantería Melilla nº 52, relevó al Regimiento de Infantería Aragón nº 17, que durante varios lustros había permanecido de guarnición en el Campamento Benítez. El Aragón nº 17, marchó a Viator (Almería), para integrar la nueva Brigada de Infantería de Reserva, que se estaba ubicando en el antiguo Campamento de Álvarez de Sotomayor, que había sido de Instrucción de Reclutas, con el nombre abreviado de C.I.R. nº 6. Los mandos de Regimiento de Infantería Aragón nº 17 que no desearon marchar a tierras almerienses, ejercieron el derecho preferente de guarnición en Málaga, ocupando gran parte de ellos las vacantes del nuevo Regimiento de Infantería Melilla nº 52.
            Le correspondió el mando del Regimiento de Infantería Melilla nº 52, al coronel León Esquivel, y como jefe del único Batallón, el teniente coronel Manuel Perea Herencia.

1984. ENTREGA DE LA NUEVA BANDERA 
AL REGIMIENTO DE INFANTERÍA MELILLA Nº 52




Anverso de la Medalla Conmemorativa de la entrega de la nueva Bandera del Regimiento de Infantería Melilla nº 52, cuyo escudo otorgado por los Reyes Católicos, recoge de forma expresa su origen vinculado con la ciudad de Málaga y de la unidad que le precedió: el Regimiento de Infantería de Málaga

 


La antigua bandera y la nueva recibida, del Regimiento Melilla nº 52, son portadas por tenientes de la unidad, en el desfile con que finalizó el acto.


A principios del año 1984, el Regimiento de Infantería Melilla nº 52, todavía no tenía en el Campamento Benítez la bandera con el escudo constitucional. El Regimiento, siguiendo los cauces históricos, solicitó la bandera al Ayuntamiento de Málaga, a través de una propuesta realizada por el coronel Urréjola Ibáñez, dirigida al alcalde Pedro Aparicio Sánchez, siendo aceptada por unanimidad el Consistorio el 15 de marzo.           
El acto comenzó a las diez de la mañana del día 15 de septiembre, sábado, en el Paseo del Parque, con centenares de malagueños dispuestos a contemplarlo. En la tribuna de autoridades estuvieron cargos como, el delegado de gobierno de la Consejería de Gobernación de la Junta de Andalucía, Roberto Barceló de Aguilar; presidente de la Diputación Provincial, Luís Pagán Saura; o el rector magnífico de la Universidad de Málaga, José María Martín Delgado.  
 

La Compañía Plana Mayor del Batallón, del Regimiento Melilla nº 52, formada en el Parque, junto con el resto de unidades, en el acto de la entrega de la bandera.



Reverso de la Medalla Conmemorativa de la entrega de la nueva bandera del Regimiento de Infantería Melilla nº 52

1985. EL PRINCIPIO DEL FINAL DEL REGIMIENTO MELILLA Nº 52

            El 18 de enero, el capitán general de la 2ª Región Militar-Sur, Fernando Gautier Larrainzar, visitó el Campamento Benítez para explicar a mandos y medios de comunicación, cómo iba a incidir en la plaza de Málaga la ejecución del llamado Plan META, con la desaparición del Regimiento de Infantería Melilla nº 52, y la ubicación en el Campamento Benítez de la Subinspección de la Legión y la Academia de Formación de Mandos Legionarios (A.F.M.L.), donde se cursaban los estudios desde cabo hasta capitán, así como la Compañía Operativa de Instrucción y Experiencia que daría guarnición al Campamento.
           
LA ÚLTIMA IZADA DE BANDERA DEL REGIMIENTO MELILLA Nº 52



La última guardia del Regimiento Infantería Melilla nº 52 en el Campamento Benítez, entró de Principal a las nueve de la mañana del día 14 de enero de 1986, constituyéndola, el teniente Antonio Nieto, el sargento 1º Esteban Alcántara, un cabo 1º, 3 cabos, 16 soldados y 1 corneta de la Unidad de Servicios, resto que, junto a la Comisión Liquidadora, quedaba del Regimiento Melilla nº 52. Al día siguiente, a las ocho de la mañana, izaron la bandera por última vez los del Melilla nº 52, en un momento de emoción contenida. Fueron relevados por un piquete de La Legión, al mando del teniente Salvador Núñez y el sargento José García. (Foto de E. Alcántara).

SU HISTORIAL Y BANDERA PASARON AL
REGIMIENTO DE INFANTERÍA LIGERA REGULARES DE MELILLA Nº 52

Por ser heredero de Grupos de Regulares y del Regimiento de Infantería Melilla 52, llamándose posteriormente Grupo de Regulares de Melilla n.º 52, el actual Regimiento de Infantería Ligera Regulares de Melilla nº 52, ha heredado el historial y bandera del antiguo Regimiento de Infantería Melilla nº 52. Curiosamente, esta unidad nutre los destacamentos del Peñón de Vélez de la Gomera y Alhucemas (además de las Islas Chafarinas), tal como hiciera el Regimiento de Infantería de Málaga en los siglos XVIII y XIX.

SE LEVANTA LA RECREACIÓN
“REGIMIENTO DE INFANTERÍA DE MÁLAGA”

            En 2007, cercano ya el Bicentenario de la Guerra de la Independencia en nuestro país, la Asociación Histórico Cultural Torrijos 1831, la más antigua de recreaciones históricas del siglo XIX en Málaga, decidió investigar a fondo el historial del Regimiento de Infantería de Málaga y levantarlo como recreación permanente con su uniformidad correspondiente al año 1805.