El alcalde de Almonacid de Toledo entrega a la Asociación Torrijos 1831 de la bandera de esa localidad.


Tras el acto realizado por el “Regimiento de Infantería de Málaga”, recreación de la Asociación Torrijos 1831, en honor de los malagueños del antiguo Regimiento de Infantería de Málaga, que cayeron luchando contra los franceses en la batalla de Almonacid, librada el 11 de agosto de 1809; el alcalde de la localidad, Víctor Portugués, hizo entrega de la bandera del pueblo a la Asociación Torrijos 1831, por su esfuerzo altruista por rescatar el que quizás sea el hecho histórico más destacado de la villa, o al menos, el más conocido. La bandera fue tremolada por Domingo Adán. En agradecimiento, la Junta Directiva de Torrijos 1831, hizo entrega a su vez, del poema enmarcado llamado “Almonacid”, de Alicia Gallego, y del libro “Málaga frente a la Guerra de la Independencia: 1808-1812”, de Esteban Alcántara, que quedará en la Biblioteca Municipal. Para el recuerdo, se extrajo y guardó tierra del Cerro de Utrera, en una caja. Más datos, a continuación.
            
 







Recuerdo de la tierra del Cerro de Utrera.


En una cajita preparada para recogerla, se extrajo tierra del Cerro de Utrera, que el 11 de agosto de 1811 fue regada por sangre de malagueños, con el fin de transportarla hasta Málaga para que siempre sea un emblemático recuerdo. El acto se realizó dentro de un respetuoso silencio.


 



La cantaora Carmen Casanz emocionó a todos.

El cante por martinete de Carmen Casanz apretó los corazones de los presentes cerrando de emoción contenida el espacio ocupado que fue testigo de la batalla de Almonacid. Aquí, la letra del martinete:
Hay luto en el viento, el luto aprieta las almas,
de negro están las paredes, de rojo el filo de la guadaña.
Dicen que en Almonacid, las aves rapaces graznan,
sobre los cuerpos insepultos, de los hijos de Málaga.
Donde está el chicuelo, y el tambor que él redoblaba,
con sus finas manos madre, desgracia mía,
ahora blanquecinos huesos en la llanura toledana.
Ya no marcharán con prestancia
ni por Carretería ni Granada,
a los sones de los pífanos
con sus hombros cargados de gloria,
de Portugal, Marruecos o Francia.
Hay luto en el viento, el luto aprieta las almas,
de negro están las paredes, de rojo el filo de la guadaña.
Dicen que en Almonacid, las aves rapaces graznan,
sobre los cuerpos insepultos, de los hijos de Málaga.