En una mañana de agosto de 2009, nuestro compañero Esteban Alcántara señala
a las afueras de Almonacid, el espacio
por donde progresaron las tropas francesas con las que se enfrentó el Regimiento de
Infantería de Málaga, en la batalla.
Encuadrado en
el llamado Ejército de La Mancha, el Regimiento de Infantería de Málaga sufrió
todas las vicisitudes de marchas y contramarchas ordenadas por el general
Venegas, en su ineficaz maniobra de diversión para evitar la concurrencia de
tropas francesas en la batalla de Talavera. Vapuleado Venegas por el llamado Manifiesto publicado en Sevilla en julio
1809, autoría del duque del Infantado; tras una escaramuza en Aranjuez, Venegas
dio órdenes a su ejército de retirarse a Almonacid.
Por
entonces, el Ejército de La
Mancha estaba constituido por cinco divisiones, con 24.659
infantes y 3,138 jinetes, que con artilleros, ingenieros y los acemileros del
convoy de mulas, sumaban y total de 29.000 hombres. Aparentemente era una
fuerza importante, pero sus carencias eran grandes. La tropa llevaba soportando
semanas a la intemperie las frecuentes lluvias de verano, sin tiendas ni
albergue alguno, y no había hospitales para atender a los numerosos enfermos
derivados de esa situación.
El
Regimiento de Infantería de Línea Fijo de Málaga estaba encuadrado en la 4ª
División. No eran los únicos malagueños en la 4ª, pues también estaba integrado
en ella el Batallón del Regimiento de Infantería de Línea de Vélez Málaga.
Ambas unidades, junto a las demás encuadradas en la 4ª División, que mandada
por el brigadier Francisco González Castejón, abandonaron Tembleque, donde
habían estado acampadas, para marchar hacia Almonacid, al amanecer del 9 de
agosto, según el plan trazado por el general Venegas.
La
4ª División la componían 4.282 hombres, con sólo un escuadrón de Caballería
compuesto por 60 jinetes. Compensaba esto último la artillería con 8 piezas
(cuatro de ellas de a 12), y un obús arrastrado por caballos. El día 10 de
agosto, las divisiones del Ejército de La Mancha se fueron concentrando en
Almonacid.
Tanto
la batalla de Talavera como lo sucedido en Aranjuez, había hecho que los mandos
del Ejército de La Mancha
creyeran poder batirse con éxito ante a los franceses en campo a abierto,
opinión que también proclamaba Venegas. Con ese consenso, el general desatendió
las órdenes de la Junta Central
de retirarse al sur, hacia el paso de Sierra Morena. La euforia de Venegas
aumentó al entender que la posición del Ejército de La Mancha en Almonacid, en
aquella fecha, sería una sorpresa para los franceses, pero los acontecimientos
demostrarían lo contrario, pues la marcha de las divisiones de Venegas hacia
Almonacid ya había sido descubierta por los franceses, y éstos, maniobrando con
precisión y cautela se echaron encima de los españoles cuando amanecía. El Ejército de La Mancha se desplegó como
pudo y con prisas, con el caserío de Almonacid y el cerro de la Cruz, coronado por el viejo
castillo medieval, a sus espaldas. Al Regimiento de Infantería de Línea Fijo de
Málaga, le tocó desplegar junto al resto de
la 4ª División, en el ala derecha del ejército de Venegas, recibiendo desde
un primer momento un duro bombardeo de la artillería francesa que tenían
cañones de a 16. Después, los franceses atacaron en masa a la 4ª División por
la parte oeste de su despliegue, que comenzó a retroceder cuando por escasez de
munición ya no pudo mantener el vivo fuego que había hecho hasta entonces.
Podemos figurarnos a los integrantes del Regimiento de Infantería de Línea Fijo
de Málaga, combatiendo en aquel caluroso día de verano manchego, con las
gargantas secas por el polvo y la escasez del agua (los arroyos estaban secos y
los pocos pozos y norias de Almonacid se encontraban prácticamente vacíos
después de beber y asearse más de 29.000 hombres y tres mil caballos). Durante
la mañana, la artillería francesa situada frente al Málaga le había hecho
considerables bajas. Entre aquel nutrido fuego que no cesaba y el humo de las
eras que ardían, el teniente coronel Kearney ordenó a su Regimiento replegarse
hasta el pueblo a la par que lo hacían otras unidades de la 4ª División, como
un primer paso, pues se presumía que la retirada iba a ser global por parte de
todo el Ejército de la Mancha,
ya que se podía contemplar el retroceso hacia el cerro del castillo, de las
divisiones 2ª, 1ª y 3ª (estas dos últimas con muchas bajas), ante el abrumador
ataque francés y la pérdida de las alturas de los Cerrajones.
Nuestro compañero Esteban Alcántara, en la entrada del pueblo de
Almonacid, sobre el antiguo camino de Toledo, en los días de investigación, de agosto
de 2009.
El Regimiento
de Infantería de Málaga y otras unidades de la 4ª División de Castejón, más los
de la 5ª de Vigodet, pasaron bajo la ladera del flanco izquierdo del castillo intentando
bajar a la llanura que se abría al sur. En la retirada, la 4ª y la 5ª tenían
que marchar en retaguardia protegiendo a la 1ª, 2ª y 3ª. Castejón lo hizo con
sus unidades de infantería y caballería (pues entre el olivar y la retirada
perdió su artillería), mientras que Vigodet empleó sus cañones con cargas de
metralla para frenar a los franceses. Aún así, en el llano sur de Almonacid, la
4ª División de Castejón al ir en extrema retaguardia protegiendo a las demás
divisiones, sufrió la carga directa de la caballería francesa, cuyos jinetes se
aproximaron a las formaciones de los regimientos de infantería que tuvieron que
hacer descargas cerradas, colaborando en ellas las compañías del Málaga que
cargaban, disparaban y volvían a cargar. Los soldados de la 5ª Compañía del I
Batallón, lo hicieron bajo las órdenes del capitán recién ascendido, Vicente
Moreno, en esos momentos uno de los más destacados mandos del Regimiento.
Las derrotadas
tropas del general Venegas entraron en esa misma tarde en Mora donde los
franceses ya desistieron en su persecución. Una vez tomaron aliento, carros y
provisiones, las unidades españolas marcharon en buen orden por el camino a
Manzanares, tomando la carretera de Andalucía. Sin embargo, al conocer la
engañosa noticia de que los franceses se encontraban cerrando ya el paso en
Valdepeñas, se desbandaron muchos regimientos y no pararon hasta llegar a la
vertiente norte de Sierra Morena, donde reposaron definitivamente en unos
campamentos que no reunían las condiciones necesarias para permanecer largo
tiempo.
En Almonacid,
los españoles tuvieron unas 3.000 bajas entre muertos y heridos, más un número
importante de desertores en la retirada. Por su parte los franceses tuvieron
casi 2.000 entre heridos y muertos.
Por la derrota
de Almonacid, el general Venegas fue destituido de su cargo, siendo sustituido
en un primer momento por el general Eguía.
MEDALLA DE DISTINCIÓN
DE ALMONACID
Pese a la derrota que supuso la batalla
librada, para recompensar el valor de aquellos militares que se destacaron en
Almonacid, se creó una Medalla de Distinción por Real Orden de 30 de mayo de
1816. Tenía la figura un escudo en el centro, sobre cuatro aspas de tres puntas
en cada brazo en las que alternaban los colores blanco y verde. Dentro del
óvalo verde del escudo contenía la cita “POR F. 7” y fuera, sobre blanco “EN
ALMONACID, 11 DE AGOSTO DE 1809”.
Remataba la parte superior una corona real, de la que asomaban por debajo ramos
de encina, y en la parte inferior una bellota de oro. El reverso era liso y la
cinta verde con dos listas blancas.